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¿Promesa o martirio?

Por Álvaro Cotes Córdoba

La tierra de Canaán, la cual fue prometida por Dios a Abraham y su descendencia, resultó ser una tierra muy conflictiva a lo largo de la historia, hasta el día de hoy, es decir, casi 3.000 años después.

La primera vez que los israelitas tomaron posesión de la tierra, tuvieron que enfrentarse a numerosos desafíos. Encontraron ciudades fortificadas y poderosos ejércitos que habitaban la tierra, lo que requirió que lucharan para conquistarla. La lucha por la tierra prometida estuvo plagada de guerras y conflictos con los pueblos cananeos que ya estaban establecidos en la región.

Además, los israelitas también tuvieron que enfrentar desafíos internos. En varias ocasiones, se alejaron de la adoración a Dios y cayeron en la idolatría y la corrupción moral. Esto resultó en períodos de esclavitud bajo otras naciones y la pérdida de la tierra prometida.

Incluso cuando el reino de Israel se estableció con los reyes Saúl, David y Salomón, hubo divisiones internas y conflictos constantes con pueblos vecinos. Después de la muerte de Salomón, el reino se dividió en el reino de Israel (norte) y el reino de Judá (sur), y ambas partes sufrieron invasiones y conquistas por parte de imperios extranjeros.

Los babilonios, los asirios y los romanos, entre otros, invadieron y conquistaron la tierra de Canaán en diferentes momentos de la historia.

Esto llevó al exilio del pueblo israelita y a la dispersión de las doce tribus de Israel en la diáspora.

La tierra prometida de Canaán ha sido escenario de constantes conflictos y luchas a lo largo de la historia. Aunque fue la promesa de Dios para el pueblo de Israel, alcanzar y mantener la posesión de esa tierra les ha implicado una serie de desafíos y dificultades y un derramamiento de sangre constante, en lugar de una “tierra que mana leche y miel”, como dice la Biblia que Dios le dijo a Abraham:

¿Será que Dios se equivocó con esa tierra prometida o más bien fue el martirio que le impuso a Abraham y sus descendientes?

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