Editorial

LICANTROPÍA: ¿El caso del “Mono”Martínez?

¿Quién no ha escuchado o leído sobre La Metamorfosis de F. Kafka o no ha visto una película de hombres lobos o vampiros? Ambas situaciones tienen una cosa en común: la licantropía o la creencia de que una persona o las personas que le rodean se convierten en animales.

El término licantropía proviene de la mitología griega. Se dice que el Dios Zeus transformó al rey Licón, de Arcadia en un lobo furioso. Sin embargo, la idea de la metamorfosis del hombre en animal se remonta a la Antigüedad Clásica, cuando se creía que el Diablo podía transformar a los humanos en auténticos lobos.

Esta creencia empezó a entrar en decadencia 1500 años más tarde cuando los médicos comenzaron a dudar de ese ‘poder diabólico’ y en su lugar comenzaron a pensar que el Diablo solo tenía la capacidad para inducir a las personas a creer que se habían transformado en un animal y por lo tanto, actuarían como éste aunque en realidad no lo fuesen. En nuestra época, los especialistas consideraban que este trastorno había desaparecido pero no ha sido de esta manera. En las propias calles de Santa Marta, por ejemplo, la licantropía ha sobrevivido sobre todo en los momentos electorales.

Esa identificación con la animalidad es un delirio. Es el deseo incontrolable de representarse por medio de una figura de la animalidad. El nombre procede del mito griego de Licaón, a quien Zeus transformó en lobo. Muchos casos han sido reportados en el mundo entero por medio de investigadores de disciplinas como la psicología, el psicoanálisis y la psiquiatría. Actualmente, la licantropía se consideran una de las tantas enfermedades psiquiátricas.

El desajuste mental es tan notorio que podemos identificar a estas personas con un fenómeno de “transespecie”, dado que pretenden que la sociedad los asuma o entienda, en cuanto a sus sentimientos y sus sensaciones, como un animal aunque ni su anatomía ni su morfología los define como una especie animal. En verdad, quien se piensa, por ejemplo, como un chimpancé, no se siente humano. De hecho, han dado un paso más: quieren renunciar a sus derechos como humanos para ser amparados por las normas de protección animal. Quieren ser reconocidos y aceptados, sin ser juzgados por sentirse y comportarse como animales, dado que se consideran presos en un cuerpo humano.

Por mucho que incomode, hay que decirlo: científicamente hablando, detrás de esta creencia o comportamiento, se esconden alucinaciones vividas y delirios que trastornan el accionar humano. Representa, por lo tanto, alteraciones conductuales o psicopáticas de la personalidad. La conducta de estas personas es tan aberrante, agresiva, destructiva, iconoclasta y completamente caótica que en el pasado se les solía dar caza, cual si fueran verdaderos animales. Algunos especialistas categorizan la licantropía dentro de la esquizofrenia, mientras que otros la consideran como un cuadro maníaco.

Otro grupo de especialistas lo consideran como un síndrome asociado a una patología anterior como puede ser un cuadro psicótico o una depresión profunda. Vale aclarar que, en la mayoría de los casos, no se presenta amnesia, déficit intelectual, desorientación, pérdida de la consciencia ni cambios anatómicos cerebrales. Aunque suelen mostrar una hipersexualidad que se manifiesta en la búsqueda de múltiples compañeros sexuales, masturbación frecuente y zoofilia. Este cuadro suele comenzar en la adolescencia, mostrándose una alteración severa del juicio, conducta extravagante, alucinaciones e ideas delirantes.

Aunque estas personas son susceptibles de la burla y de aceptación por mucha gente, en realidad son personas perturbadas que no son responsables plenos de lo que hacen y que ameritan de una atención especializada en el campo de la psicoterapia.

 

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