Editorial

LA “NUEVA ETAPA” DE LA VIOLENCIA SEPULTURERA EN COLOMBIA

ESTE SUJETO APROVECHÓ QUE EL INMUEBLE SE ENCONTRABA SOLO PARA INGRESAR Y HURTAR PERTENENCIAS Y DINERO EN EFECTIVO

La noticia que convulsionó a Colombia y buena parte del mundo, hace apenas unas horas, estuvo en los labios de Luciano Marín Arango, alías “Iván Márquez”, cuando dijo: “Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia (lugar de nacimiento de las FARC hace más de medio siglo de la mano de Manuel Marulanda alías “Tirofijo”), bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”.

Con este preámbulo el jefe guerrillero retorna a la deleznable labor de continuar como contraparte de la infernal violencia que tanto ha costado a todos los colombianos. El guerrillero estaba en un video, posiblemente en Venezuela, acompañado por algunos excomandantes de la misma organización guerrillera (FARC-EP) como los son: Seuxis Paucias Hernández Solarte, alias “Jesús Santrich”y Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, alias ‘El Paisa’, entre otras figuras menos conocidas.

Estas personas desde hace largo tiempo venían incumpliendo los compromisos de la FARC-EP suscritos en el Acuerdo de Paz de la Habana con el Estado colombiano, entre estos, el sometimiento a la justicia para responder por presuntos crímenes y otros tipos de delitos cometidos durante el conflicto armado. Por eso la idea sustentada por Márquez de que fueron “obligados” por las circunstancias para retomar el camino guerrillero es una idea sin fundamento dado que la mejor manera de refutarla se encuentra en el hecho de que la gran mayoría de los antiguos comandantes de las FARC-EP continúan respondiendo con los compromisos suscritos para llevar hasta último momento los puntos estratégicos acordados en la capital cubana.

Sorprende que tanto Márquez como Santrich fueron parte del equipo negociador de las FARC-EP en los diálogos de La Habana y luego fueron designados en los cargos de senadores por el nuevo partido político de la antigua organización guerrilla. Sin embargo, ambos dieron muestra de no estar interesados en dicha representación y prefirieron, el primero, trasladarse a un espacio rural de reunión con otros excombatientes, en Miravalle, sur del Caquetá, en donde se le vio por última vez acompañado por “El Paisa” y, el segundo, abandonó inusitadamente al equipo de seguridad que le había asignado el propio Estado.

También es bien cierto que desde antes de la firma del Acuerdo varios sectores de la política colombiana, en especial, el uribismo con sus aliados, han tenido la pretensión de sabotear cualquier posibilidad de acuerdo con la guerrilla de la FARC-EP. Incluso, lograron con la difusión de ciertas falacias, derrotar al SÍ en la consulta plebiscitaria durante el gobierno del Presidente Santos. Luego, una vez posesionado el Presidente Duque, el uribismo en cabeza de su jefe se ha encarnizado en tumbar las reglas de juego establecidas en el Acuerdo, especialmente la JEP, cosa que, por supuesto, ha sido rechazada por más de un reinsertado y mucha parte de la ciudadanía colombiana y la comunidad internacional que prefieren la paz ante la terrible guerra. Amén de la seguidilla de crímenes cometidos contra muchos de los guerrilleros después de la firma del Acuerdo y en cumplimiento del pleno proceso de paz.

Márquez afirmó que la decisión de volver a las armas “es la continuación de la lucha guerrillera en respuesta a la traición del Estado al acuerdo de paz de La Habana” y aseguró que buscarán alianzas con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Como si los colombianos no hubiésemos perdido más de 50 años bajo una violencia fratricida que provocó alrededor de 8 millones de desplazados y que terminó aliándose al narcotráfico y llevando a cabo secuestros y extorsión. Por eso es lapidaria la frase del guerrillero Márquez cuando dice que “buscaremos coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN y con aquellos compañeros y compañeras que no han plegado sus banderas que tremolan patria para todos”. Se observan vientos de guerra en el horizonte de una patria que no ha consolidado desde su Independencia un modo de convivencia pacífica.

La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) ha declarado que adelantará el trámite para expulsar de sus procesos a los excomandantes guerrilleros Luciano Marín Arango, alias ‘Iván Márquez’; Seuxis Paucias Hernández Solarte, ‘Jesús Santrich’, y Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, ‘El Paisa’. Lo que indica que a partir de este momento le corresponde a las autoridades de control, judiciales y Ejército y Policía el control de la decisión de esta “nueva guerrilla”. Los comandantes que se mantienen cumpliendo con lo establecido en el Acuerdo de Paz y que constituyen la dirección del nuevo movimiento o partido político decidieron también expulsarlos de las filas de la reciente organización política representada con varias curules en el Parlamento colombiano.

El Acuerdo de Paz es indudablemente un gran logro de toda la Nación colombiana. Seguiremos apoyándolo con la convicción y decisión del caso y, por ello, todos los colombianos debemos manifestar nuestro total rechazo a la lamentable declaratoria de guerra de Márquez, Santrich y Cía. Colombia no resiste más violencia y desangre infértil, además, de ponerle en bandeja argumentos a aquellas voces que desean mantener un clima de conflicto armado en el territorio nacional. El llamado de Márquez, Santrich y Cía, además irrespeta a todas las víctimas que son contadas en varios millones.

Reiteramos que es responsabilidad constitucional del Gobierno, en todos sus niveles, alcanzar y consolidar la Paz. Continuaremos rechazado categóricamente el asesinato de los desmovilizados, más de un centenar, y hoy más que nunca, el mismo Estado debe garantizar la vida de los miles de exguerrilleros que dejaron las armas. No queda más camino que convocar a la ciudadanía en general con la firmeza necesaria para el logro de la Paz de todos los colombianos. La violencia en Colombia ha actuado como sepulturera en nuestra historia.

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