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Periodista fui, soy y lo seré siempre. Primera  parte. 

Casi toda mi vida la he entregado al servicio público  y gran parte de esa vocación la descubrí estudiando y ejerciendo esta profesión. Pero la vena periodística me nació desde muy niño cuando le alquilaba al ‘Mono’ los periódicos Diario del Caribe y El Tiempo  al frente de la Iglesia San Francisco. Esa era mi ‘menú’ preferido porque me los ‘comía’ completicos.

Lo hacía de lunes a sábado para enterarme de las noticias y después oeganizaba un resumen sobre lo que  me llamaba la atención redactándo con mi propio estilo y después le leía  a mi vieja  tratando de imitar alguna voz en aquel rinconcito de San Andresito.

Por:  Franklin Agustín  Cañas Barranco

Eran momentos donde salía precozmente de mi niñez, y fue allí donde ella, mi vieja linda, tenía su negocio y  compartimos  muchos años con personas maravillosas como la señora Sofía, el señor Buga, Nora, Jairo, Oviedo, Carmen, Gollita y sus familias.  Nos reíamos, nos peleábamos, nos solidarizábamos o apoyábamos, pero en realidad, muchas veces parecíamos  de una u otra manera una sola familia, y sin exagerar,  teníamos las mismas necesidades, gustos y aspiraciones. Se manejaba diariamente dinero pero eso no era lo que nos hacia feliz, eran los gestos, los regaños, los dichos y las historias de cada uno de esos admirables viejos.

En esa época la gente estaba muy pendiente de la crónica roja, de Sixta Tulia y de la sirena que hacía sonar la potente Voz del Turismo y Radio Galeón, pero también del crítico  comentario diario del elocuente  Rodrigo Ahumada, a quien lo escuchaba mientras me cambiaba y desayunaba antes de irme para el colegio. Fue un lujo poder sintonizarlo y la verdad nada ha vuelto a ser parecido a él ni a la emisora “Distinta, Poderosa y arrogante”, ese era su slogan.

Esa voz  la apagaron  los violentos y esa voz  también me llevó a entender que la información era el ‘pan’ diario de los abuelos y de los adultos en general, y después de muchos años, algunas cosas han cambiado, pero el periodismo, en su esencia es el mismo.

Pude pulir notablemente mi estilo con mis estudios  en el Liceo del Caribe escribiendo para el periódico escolar El Ariel, donde también tuve a unos grandes maestros como Mario Doría, Yannis Moscote Castillo y Martha Marta Ligia Vives Alarcón, compañeros de estudios  y amigos de toda mi vida e inspirados por nuestro rígido e incomparable  rector Rafael Guerra, otro de los personajes que  nutrió nuestro carácter  y nuestra forma de asumir la vida.

Escribir sabemos que es un arte pero para mí escribir una crónica es hacer del arte un placer. Así que un día como hoy también recuerdo mi máquina de escribir metálica Brother que me sirvió durante mis estudios de comunicación social y periodismo en la Universidad Autónoma. Su color amarillo llevó a mis compañeros a bautizarla como “La terapia”, porque en esa época en Barranquilla a los taxis chevet qee estaban de moda, los llamabn así

Las noticias, las crónicas, los reportajes, la entrevista y los demás géneros periodísticos se tecleaban hasta las madrugadas, y cada hoja me dejaba una experiencia  increíble porque me conectaba con las costumbres y los problemas, con lo cotidiano y con lo inverosímil.

Eran los semestres donde en esa máquina  desde los dedos exprimia todo  lo que vivía, lo que  experimentaba, me enamoraba o sentía, pero también lo que observaba y escuchaba.

Escribía para el profe Wilder, para mi tutor de radio Oscar o para mi primer jefe Gabriel  Forero San Miguel, el que me enseñó que la noticia había que confirmarla, tanto así que cubriendo el atentado contra la vida de Rafael Orozco, la exclusiva del reporte de la causa de la muerte del extinto cantante la dimos en la emisora tras conseguir el dictámen de medicina legal que funcionaba en el antiguo hospital general de Barranquilla.

Pero también escribía con gusto para mi, para la vida y hasta para  el amor. Siempre con placer y sin Internet, sin google, que no existía en esos tiempos, solo inspirado por la justicia, la naturaleza, el amor o por la belleza. Nada me detenía, nada me frenaba para redactar una historia, un cuento, un poema o fragmentos de un proyecto de canción.

Mi ejercicio en el periódico en Hoy Diario  del  Magdalena y Radio  Galeón me sirvió para de la mano de hombres de la prensa samaria con gran trayectoria como Tonny Pérez Mier, José Ponce Obispo, Raúl Raul Antonio Caballero Rolon tuviera un rápido reconocimiento entre el gremio a mis 21 años sin haber terminado mi carrera. No era de los jóvenes  periodistas que colocaban la grabadora y esperaban que los veteranos hicieran las preguntas, yo también las hacía.

Ya para este tiempo,  pero  aún siendo muy joven, había conocido, me había  enamorado y casado con Ivonne Henriquez, el amor de mi vida. Ella m recibía todas ls madrugadas de los sábados después de dejar  en los talleres del periódico El Tiempo, impreso el material de Hoy Diario del Magdalena que no contaba con  la rotatativa porque eran sus comienzos.

Años después ese reconocimiento  y desarrollado olfato para buscar, decantar y verificar la información, me sirvió para concursar en la Fiscalía, y  una vez ingresé, esa competencia fluyó para  redactar excelentes informes, actas y demás documentos que hacía parte de mis funciones, pero me quedó pendiente escribir un libro de aquel secuestro que cambió mucho mi vida para siempre.

Y ese mismo amor por redactar siendo docente universitario, lo transmití a mis alumnos de competencias comunicativas, redacción de informes y de procesos lectores y de  escritura en la Universidad del Magdalena. Fueron varios años de extrema satisfacíón y mucho disfrute del proceso enseñanza-aprendizaje. Puedo decir sin complejos que siendo docente volví a formarme

Y hoy unos casi cuarenta años después del inicio de esta historia, cuando ya no existe ni el Diario del Caribe,  ni la máquina Brother, ni esos hombres y mujeres rectos, trabajadores y chevere que moldearon mi ser, me alienta aún tomar mi celular y mirando el techo llevar a unos cuantos párrafos lo que me nace, lo que recuerdo, lo que no puedo olvidar y todo lo de mi vida que simplemente es  indeleble.

Pero también me nace agradecerle a todos los colegas periodistas que hacen parte de esta experiencia que he resumido, a los que les aprendí mucho y a los que también no pude o quise aprender les por motivos personales o profesionales.

Feliz día del periodista. Mi respeto, estimación y mis mejores deseos para mis amigos y colegas que han vivido o viven de este placer. Dios los bendiga.

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