Magdalena

Los últimos días en su facebook de un joven y talentoso poeta y escritor cienaguero

Por Álvaro Cotes Córdoba

 

26 de junio de 2019, 6:12 pm:

“Hoy he logrado ponerme en pie, bañarme y vestirme solo con la mano izquierda. Cada día Dios me permite estar mejor, sin terapias ni medicamentos. La gloria sea para Él.”

25 de junio de 2019 a las 2:35 pm:

“Gracias a Dios estoy de nuevo en El Faro, mi barrio en Ciénaga. Cojeando, sin mover el brazo derecho, no pronunciando bien las palabras. Pero acogido con afecto, los vecinos son como hermanos. Triste por la actitud de algunas amistades y familiares que son incapaces de sacudir el polvo del calzado para venir a verme, para ellos tengo que mudarme para poder verme, toca joderse… pero en fin yo sigo de la mano de de DIOS, como siempre.”

30 de agosto de 2019. 9:33 am:

“Buen dia. Perdonen los errores ortográficos por paralisis, queria decirles la vida sigue…  Aunque falte un hermano, falle un amigo,  Dios siempre esta conmigo. Hoy falto de bienes materiales y de un abrazo doy gracias a El.”

10 de septiembre de 2019. 9:47 am:

“Gloria a DIOS, después de dos años y dos meses me pagó la editorial Libros y libros S. A. agradecido puedo pagar deudas. Es muy diferente a la editorial TIEMPO DE LEER que me ha pagado puntual durante estos años, gracias.”

13 de septiembre de 2019. Hora: 10:13 pm:

“Hace 9 años me diagnosticaron VIH en Venezuela. El médico expresó que si no empezaba el tratamiento, mi vida terminaba a los seis meses. Tomé aire y le dije al médico: “El único que puede decirme cuánto tiempo me queda de vida es Dios”. Pasaron meses. Regresé a Colombia, busqué ayuda y el médico me dijo lo mismo. Seis meses. Parecia que no hubiera otra palabra. Mi respuesta fue un eco. “El tiempo lo sabe Dios”, pero me dio miedo y probé el tratamiento. Horror. Me puse peor. Vómito, desvanecimiento y lo peor: alucinaciones. Suspendí. Después, al año tal vez, retomé por una semana, lo mismo. Renuncié definitivamente. Firmé la carta donde lo que pase es culpa mía. La verdad no me prestaron atención, soy paciente de alto costo, pero yo insisto no querer retrovirales. He presentado algunas enfermedades leves en estos 9 años, posiblemente relacionadas. He tomado medicamentos para superarla y lo he logrado. Ahora bien, el VIH no tiene cura. Asi que por favor no me insistan con el tratamiento. Estos 9 años sin el tratamiento me han enseñado. A lo mejor a alguien le cae bien y le gusta sus efectos… Pero yo soy feliz asi, libre.”

El 28 de septiembre subió un video al muro de su Facebook, mostrándose en la condición en que se hallaba por esos momentos de su vida:

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=10220804704492560&id=1386744628?sfnsn=scwspmo&extid=lvdXhCzQob3NBdss&d=n&vh=i

El 03 de octubre del mismo 2019, a la 4:28 de la tarde, escribió lo que él mismo consideró una “aventura”, al viajar de Ciénaga a Santa Marta, para asistir al lanzamiento del libro de la escritora samaria, Mara González, titulado: “Mis lentes color castalia”. Y contó a sí su “aventura”, la cual sería la última:

“Estimados amigos: afectuoso saludo. Hace un par de días, 26 de septiembre para ser exacto, me aventuré a viajar, Ciénaga a Santa Marta y viceversa. El viaje hubiera sido sencillo sino fuese por la fuerte lluvia y mi estado de salud, paralisis y VIH. Por fortuna, tenía dinero. Así que tomé un taxi hasta mi destino final: gobernación del Magdalena. Llegué con una hora de anticipación por lo que me tocó caminar una cuadra por un capuchino. Me atendieron muy bien unos venezolanos y mostré extrañeza. “La pizza” es el nombre del sitio que merece ser visitado por extrajeros y locales. Lo digo porque fue incluyente. Además, preparan una pizza de vegetales exquisita. A través de la ventanilla observé a un muchacho que vendía sus pasteles y chichas. Me pregunté que si no era mejor comprar allí por el ahorro, pero mi necesidad de vivir me dijo que no. Era habitar dos mundos en una vida, no podía ser de otra forma. Terminadas mis meditaciones, regresé a la gobernación. Como era de suponer con menos dinero. El público era nuevo, no reconocí a nadie ni nadie me reconoció, no solo por el tapaboca y el bastón sino por mí: era un desconocido en la ciudad que me dio la gloria. Eso no me importó. Volvi a ser parte del público. La escritora Mara González había publicado su libro Mis lentes color castalia, gracias a la Fundación Libro Abierto Fundalibro, dirigida por Carlos Alberto Ramos. La única persona que yo conocía. Lo recordaba apenas en sus inicios, pero ahora estaba en plena flor de su madurez. Lo mejor fue que el me recordó. Al terminar, hablamos de su interés en la publicación de mi nuevo libro Una tienda de fábulas y de partir con velocidad a Ciénaga. Afuera, por fortuna, el taxi me condujó al taxi que me llevó a mi tierra y allí otro taxi me depositó en mi casa. Desperté feliz. Una tienda de fábulas sería publicada, aunque ahora me preocupaba la escasez de dinero. La esperanza no había que perderla.”

Quince días después, más exactamente el 18 de octubre de 2019, a las 5:50 pm, escribió: “Hoy llegó Yaquelin Gutiérrez, una hermana. Yo estaba mal de salud. Tenía meses que no la veía, pero llegó. Su humildad me sorprendió, tanto que olvidé mi resentimiento. Reímos, mientras ella aseaba la casa. Fue muy bonito… Cuando se iba, me acosté, sabía que no estaba bien, pero me relajé. Se despidió con un beso. No fui con ella, aunque me invitó. Las heridas del alma se demoran en cicatrizar. Gracias a Dios, apareció hoy, mis fuerzas subieron. Creo que me debilita la falta de proteína pero, debo admitirlo, también la soledad.”

21 de octubre de 2019, hora 8:35 pm:
“La discapacidad es una y la debilidad es otra. Discapacitado puedo hacer muchas cosas, mas no debil. Me siento morir, pero no estoy muerto. Aún el aire llena mis pulmones. Siento que lo di todo a cambio de nada. Fui quien quise ser. El profesor, el bibliotecario, el promotor de lectura, el superheroe, el café con letras y, una cosa que hice casi siempre, el escritor. Escribir me fascina, lastima que mis orígenes sean oscuros o quien sabe si eso ayudó. Los medicamentos me ayudaron y los tomé como eran, menos los del VIH, cada vez que los tomaba moría. La alimentación fue mi debilidad y, posiblemente, mi muerte. La vida me dio mucho de lo soñado: una casa, unos viajes, unos conocimientos. Faltó, calidad de vida. Sé que muchos me pidieron que abandonara el barco, pero me aferre más a la embarcación de mis sueños. Siento que muero, pero aún estoy vivo…”

03 de noviembre de 2019. Hora 9 y 20 am:
“Pasó el día de los muertos y todos estamos vivos. El mayor motivo de alegría a Dios gracias.”

08 de noviembre de 2019. 11:24 am
“Pedir una disculpa no es fácil, hay quienes prefieren cometer otro error a retractarse. También, existen los que creen que crecer es estar con la editorial más grande y no. Crecer es avanzar con las dificultades y al final te espera el triunfo. Gracias a Dios y a Sibila Editores por el cuento Los juegos del cielo, la obra de teatro “Ratas, ratones y amores” y ahora Tutti Frutti, poesía para compartir.”

14 de noviembre, a las 8:35 am
“Me mudé. Ya no vivo en El Faro de Ciénaga sino en Luis R. Calvo de Santa Marta, donde mi hermana. Todo sea por la salud.”

15 de noviembre. 4:05 pm:
“Me siento cansado y sin energías. Camino hasta la sala y con dificultad. Escribo con una mano y me enredo. He querido estar presente, pero no sé puede. Una foto y otra. Confiaba en un milagro, mas este fue hecho al nacer. Gracias a Dios por días brindados y a aquellos que compartieron conmigo, hasta acá nos ha traído el río. Me retiro de Facebook agradecido.”

Sin embargo, el 23 del mismo mes, volvió al muro de su Facebook y escribió:
“Dije que me retiraba, pero no resistí la tentación. Comparto vídeo con Marlene Castañeda, docente y promotora de lectura. Ahora vuelvo a mi vida sin Facebook.”

Desde esa vez y como lo había anunciado, no retornó a escribir en su Facebook. Sus seguidores volvieron a saber de él apenas ayer 22 de abril, es decir, cuatro meses después, cuando leyeron la noticia de su fallecimiento. Hoy le escribo este homenaje de esta manera en el Día del Libro, un día después de su inminente despido de este mundo. No lo conocí y confieso que solo hasta ayer supe de su existencia, pero gracias a Facebook, que sirvió para que él mismo registrara sus últimos días, supe de su vida, dichas, logros, sueños y sufrimiento. Que en paz descanse Luis Rafael Gutierrez, poeta y narrador de Ciénaga, “premiado en muchos torneos literarios locales y nacionales con reconocimiento Internacional”, nos escribió en el muro de su Facebook el también poeta y escritor Rafael Darío Jiménez

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