Santa Marta

La nostalgia del olor a cebada que antes se sentía por toda Santa Marta

Por Álvaro Cotes Córdoba

En 1968, yo tenía 8 años de edad, me peleaba por ir a llevarle el almuerzo a mi madre, quien laboraba en la antigua fábrica de Bavaria, ubicada donde hoy está el “Ocean Mall”. Todos los días, al mediodía, salíamos mi hermano mayor y yo con un portacomidas de tres pisos, de alumino, rumbo a esa fábrica que quedaba a un kilómetro. Lo hacíamos por toda la línea ferrocarrilera, desde las calles 20 y 21, en donde residíamos y por entre la que caminábamos hasta lo que hoy se conoce como la Avenida del Río.

Al frente de la fábrica se encontraba la cancha de fútbol de Bavaria, la única que por el entonces, aparte del estadio Eduardo Santos, lucía engramada. Era la mejor cancha de fútbol para aficionados que existía por esa época. Hoy en día, en su lugar, construyeron una concesionaria de autos, un almacén de muebles, un minimercado, un local comercial con una marca de hamburguesa reconocida mundialmente e incluso un conjunto residencial de estrato siete.

El entusiasmo que me embargaba cuando nos tocaba llevar el almuerzo, se incrementaba más cuando empezábamos a acercarnos al edificio amarrillo y a oler el aroma delicioso de la cebada fermentada que emanaba a diario de la extinta fábrica. Era un olor que nunca más había vuelto a recordar ni poniéndole la nariz por un buen rato al pico de una botella de hoy en día llena de malta, cuyo sabor tampoco es el mismo del que tenía para aquellos tiempos.

El éxtasis lo experimentaba a lo que entrábamos a la embotelladora, en donde mi madre junto con otras compañeras, se dedicaban a adherir la marca de papel de Bavaria en cada uno de los envases oscuros que pasaban por el frente de ellas a un ritmo moderado y como en un desfile sobre una correa movible.

El lugar era el más fresco y oloroso a cebada del mundo. Nunca quise salir de allí, pero entendí siempre que teníamos que hacerlo, cuando mi madre y todo el personal de trabajadoras que había en esa sección de la fábrica de Bavaria, terminaban de almorzar.

La nostalgia de ese olor a cebada fermentada, sin embargo, hoy volvió a mi mente cuando vi por las redes sociales, esta foto correspondiente a la desaparecida fábrica de Bavaria que funcionó por muchos años en Santa Marta.

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