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El fin del edificio público más antiguo de Santa Marta 

Con tan solo el argumento de que será una “muy buena fuente de trabajo”, como si la ciudad no tuviera por donde más, la actual administración departamental, a escasos 54 días de entregar su mandato, procura dejar listo lo antes posible la entrega de una de las edificaciones más emblemáticas e históricas de Santa Marta, para que sea convertida en un hotel.

Se trata del viejo edificio donde funcionó por más de 200 años el antiguo Hospital San Juan de Dios y en el que nacieron miles de samarios durante todo ese tiempo. La edificación fue construida el 17 de septiembre del año 1746, es decir, hasta la fecha, cuenta con 273 años.

Mientras que en otras ciudades nacionales e internacionales, los viejos edificios públicos son conservados por lo que fueron y pueden seguir siendo, no obstante, aquí en Santa Marta prefieren acabarlos con el pretexto de mejorar una oferta turística en infraestructuras, como si la ciudad no tuviera otros espacios donde construir más edificios turísticos.

Los objetos del pasado representan el medio de comunicación entre las personas que los produjeron o utilizaron y sus actuales receptores, emitiendo mensajes históricos de un enorme valor social. Ese es el valor que se denomina valor simbólico. Y el edificio del viejo hospital no solo representa el lugar donde nuestros ancestros nacieron y curaron, sino que también hace parte de la memoria urbana de nuestra ciudad, por ser en la actualidad la edificación pública más antigua de Santa Marta.

Es más vieja incluso que las edificaciones donde hoy en día se encuentra la Alcaldía y en donde por un tiempo existió el Concejo de la ciudad. Un patrimonio histórico es el conjunto de bienes de una nación o ciudad, acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación.

No obstante, el edificio ha empezado a hacer parte de un negocio con una empresa privada que lo convertirá en un hotel cinco estrellas, sin importar el valor tan inconmesurable e inimaginable que posee y más porque a la ciudad solo le restarían después dos únicas edificaciones públicas e históricas antiguas.

No se trata de decir aquí que no se deben construir hoteles, jamás. Lo que se quiere decir es que no se puede borrar el pasado de una ciudad, acabando con su memoria intacta o edificaciones que nos recuerdan nuestro pasado, como son sus viejas edificaciones publicas que por mucho tiempo albergaron a nuestros antepasados.

“Me parece un pecado contra Santa Marta sacar el museo del edificio; es un proyecto que está prestando un servicio cultural al Departamento. La ciudad debe despertar y oponerse a la idea de convertir el edificio en un hotel. El edificio es un patrimonio cultural”, sentenció un historiador samario, William Hernández Ospino, en un informe periodístico que escribió la periodista y poeta Annabell Manjarrés Freyle.

Sin embargo, ni el peso de la historia ni de la memoria y mucho menos de la cultura de un pueblo que va a cumplir 500 años muy próximamente, el 29 de julio de 2025, ha sido suficiente para desbaratar lo que se presume será un detrimento a nuestro patrimonio histórico cultural.

De aquí para allá, habrá que cuidar entonces que las otras dos edificaciones públicas e históricas que quedan en el centro de la ciudad, como son la sede de la Alcaldía y la del antiguo Concejo, no sean también vendidas a un mejor postor. ¡Dios proteja a Santa Marta y la salve de otros posibles gobernantes anti patrimoniales!

Por: Álvaro Cotes Córdoba

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