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TASAJERA DEL PARAISO AL INFIERNO O DEL INFIERNO AL PARAISO.

Ya son 26 los fallecidos del accidente en Tasajera.

Por Vilbrum Tovar Peña.

Coincido con nuestro Gobernador Carlos Caicedo cuando manifestó “Las vidas que se cobraron en este accidente y los heridos tienen como único responsable el abandono en el que se encuentra sumida nuestra gente, la falta de oportunidades y el hambre” por eso hay que pedirle al señor Presidente de la Republica que en un Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES) como máxima autoridad nacional de planeación que se desempeña como organismo asesor del Gobierno en todos los aspectos relacionados con el desarrollo económico y social del país para que en El se trate la tragedia de todos pueblos que hacen parte del entorno de la Ciénaga Grande Santa Marta todos están en la misma situación de miseria y abandono, deuda publica e histórica de la nación y del estado colombiano con esta parte de nuestro territorio.

Con profundo pesar y dolor nos ocupamos de este lamentable hecho, pero lo ocurrido en Tasajera es terrible, he sostenido reiteradamente en más de una ocasión que si hubo un lugar en nuestro territorio cerca a nosotros que se pudiera parecerse a el paraíso terrenal eso era Pueblo viejo, la isla, Palmira o el mismo corregimiento de Tasajera, fuente de inspiración de la creación de ese mundo imaginario que se conoce como el realismo mágico del cual es coautor nuestro premio nobel de literatura.

Pero Tasajera donde sus habitantes provenientes de nuestros primitivos pobladores los denominados caribes y según la tesis de Edmundo Robinson proceden de lo que hoy se conoce como el municipio de Malambo (Atlántico), hoy sobreviven sin agua potable y sin energía eléctrica, cansados de bloquear la principal vía para pedir y suplicar la solución a sus principales necesidades básicas.

El hecho ocurrido en pleno auge de la pandemia volvió a despuntar cualquier acto imaginario. La noticia de impacto no fue la volteada del camión cisterna, sino los jovenes que corrían envueltos en llamas con ocasión de la explosión del mismo vehículo, este suceso colapso en las redes sociales y los medios con fotografías y videos de un grave accidente. No se destaca que el conductor del camión sobrevivió al accidente y que parte de sus pobladores se acercaron a recoger parte del combustible que quedo en el tanque.

Este hecho hubiese pasado inadvertido como otro accidente más en la vía. Pero en esta región no todo ha sido tragedia, tristeza, dolor y muerte, en un pasado no muy lejano en este misma zona, sus habitantes se levantaban no ha pescar, sino a recoger los frutos de la madre tierra en grandes cantidades de ostras, camarones, pulpos, langostinos, mojarras, y toda clase de pescados y mariscos, con los que se nutrían y alimentaban y sus excedentes por toneladas eran enviados y comercializados a ciudades capitales como Barranquilla, Bogotá y la misma Santa Marta. Por las tardes con el producto de sus ventas los mayores jugaban domino, conversaban y reinaba la felicidad y por las noches escogían en cuál de sus múltiples hogares pasarían su feliz anochecer.

Hoy la tragedia de tasajera y todos los pueblos que viven alrededor de la Ciénaga Grande de Santa Marta no es nueva, una vez más se hizo visible como la masacre de las trojas de Cataca que ocurrió hace veinte años produciendo dolor y muertes o la olvidada masacre de playón de Orozco. Esta desdicha más de nuestro territorio se hizo visible a nivel nacional, por el espectáculo macabro y grotesco de jovenes corriendo envueltos en llamas como abrazados por la muerte, tratando de huir del ella en la mismísima puerta del infierno.

Estos muchachos que expusieron su vida y corrieron abalanzarse a un encuentro con la muerte, nos demuestra esta lastimosa circunstancia que el hambre y las necesidades no conocen riesgos ni el peligros, mucho menos fronteras ni limites en su lucha por la supervivencia, estos pueblos históricamente se han debatido en contra de una cultura de la ilegalidad e irrespeto desde que comenzó a construirse la carretera entre Ciénaga y Barranquilla sin medir el impacto que se produciría sobre ellos como comunidad dependiente de su ciénaga, por solo citar un caso la muerte de los manglares.

Este desamparo de estos pueblos es arcaica, comenzó con la ambición despiadada de los que nacieron en las embajadas y dicen desde sus atrincherados sitios desde donde hoy editorializan y pasan felizmente su cuarentena con sus neveras abarrotadas y repletas de toda clase de alimentos y verduras y llegan a decir que todo esto ocurre por falta de autoridad, seguramente no saben ni nunca habían oído hablar de la miseria y el hambre en que se debaten los habitantes de tasajera, esta tragedia también comenzó para estos pueblos cuando comenzaron a secar la ciénaga y corrieron sus cercas los latifundistas, robando y desviando las aguas, desplazando y despojando familias enteras, resecando las quebradas y caudalosos ríos que nutrían la ciénaga y con ella la fuente inagotable de alimentos y proteínas que tenían nuestros pueblos, con una dieta muy rica en micros y macronutrientes.

Entonces de que estado social de derecho estamos hablando, que oportunidades han tenido ellos para el progreso y bienestar social como comunidad, distinta a la indiferencia oficial, al cual desde hace décadas le vienen saqueando, robando, degradando, deteriorando su bienes naturales, uno de los más preciado de la región, la Ciénaga Grande de Santa Marta, alimentada por parte de las aguas de los ríos que nacen en la majestuosa, pero tan bien amenazada Sierra Nevada. Región rica en aguas desviadas y usurpadas para regar las grandes plantaciones de los monocultivos de palma africana, pero no conforme con el desvió de las aguas, continuaron sin medir los impactos ambientales que se causarían, irrigando desde los aires en avionetas, venenos y pesticidas con los cuales terminaron de matar la vida de todo un ecosistema y de un santuario de flora y fauna que también se resiste a morir y sobrevive a pesar de la inclemencia e ignominia.

Antes estos hermanos nuestros no necesitaban buscar la comida vendiendo en la carretera cosas distintas que no fueran sus pescados y mariscos en abundancia. Hoy la carretera de ciénaga a Barranquilla es como otra especie de multinacional del rebusque, donde se ofrecen toda clase de refrescos y bebidas para mitigar la sed y el calor de quienes transitan por ella y cuando hay un accidente como el ocurrido con la volteada del camión cisterna cargado de gasolina, este hecho se convierte para ellos como una alternativa ante sus múltiples necesidades históricas básicas insatisfechas de las cuales hoy nos toca asumir la responsabilidad de transfórmala como gobierno alternativo para que comencemos a superar este dolor que hoy embarga a toda nuestra comunidad, esta deshonor que nos propiciado quienes nos han gobernado tiene que ser el inicio para que recuperemos nuestro entorno convirtiendo esta zona acuática en un verdadero santuario de vida y esperanza recuperando los pueblos de la región de la ciénaga y el rio gran del Magdalena.

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