Región Caribe

Falsa Preocupación de las Élites del Magdalena

Carlos Payares González

Hace apenas unas semanas el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, expresó, con total serenidad, al mundo entero que “no se equivoquen: tenemos un largo camino por recorrer. Este virus estará con nosotros durante mucho tiempo”. Y de verdad que todo parece indicar que la pandemia del Covid19 demandará todavía de varias semanas o tal vez de varios meses para poder controlarse o extinguirse. Lo anterior conlleva a una pregunta obligada: ¿Hasta cuándo puede prolongarse el aislamiento o confinamiento social? Lo cierto es que ninguna comunidad podrá pasarse sécula seculórum encerrada en sus casas hasta cuando aparezca de un momento a otro una vacuna, mientras se descalabra la economía con efectos sociales y laborales que son también dañinos para la salud y vida de muchos seres humanos.

Noam Chomsky (lingüista-filósofo-politólogo) declaró recientemente que existen tres serios problemas que enfrenta el mundo como resultado de la pandemia: El primero es que “no tenemos ni idea de cuántos casos hay y habrá realmente en el mundo; El segundo es que “el asalto de la política neoliberal ha dejado a los hospitales sin preparación y sin capacidad de atención” y, el tercero, es que “esta crisis es el enésimo ejemplo del fracaso de la economía de mercado, al igual que lo es la amenaza de una catástrofe medioambiental”. Para Chomsky, el modelo neoliberal reinante ha sido desnudado y desbordado por la actual crisis pandémica. “La situación es muy grave. Y no hay credibilidad en la afirmación de que el virus se hubiese propagado deliberadamente”, dijo finalmente Chomsky en una entrevista a un diario italiano (il Manifesto).

Sin embargo, nuestros rudimentos de élites económicas y políticas en vez de pensar con seriedad el drama que se vive, lo que hacen es tirar la atarraya para ver como desprestigian a los gobernantes tanto del distrito de Santa Marta como del Departamento del Magdalena por lo que hacen o por lo que dejan de hacer. Es decir, palo porque bogas y palo porque no bogas. Este parece ser el principio de nuestra decadente clase económica y política. Su aporte a la superación de la crisis es no aportar sino destruir lo poco o mucho que se haga. No aportan para ayudar a solventar la crisis alimentaria a la que está sometida la población más pobre como efecto de la cuarentena.

Allí donde estas élites perdieron la miel del poder han impulsado la estrategia de oponerse a actos y acciones de los gobernantes, aprovechándose de la dificultad por la que atravesamos derivada de la evolución natural y social de la enfermedad del Covid19. Saben con inusitada destreza el cómo culpar a todo el mundo, excepto a ellos mismos, a pesar de que son responsables de las precarias condiciones en que fueron encontradas las instituciones oficiales, especialmente, las del sector de la salud. Amén de la no construcción de una cultura ciudadana que permitiera a la gente un acogimiento de las medidas sanitarias, de una participación activa y del derecho que les cabe de una información oportuna.

Fueron estas élites las que deslegitimaron socialmente las instituciones del Estado, perdiéndose gobernabilidad y gobernanza en razón de sus atrabiliarios actos de corrupción e indolencia tanto con la ciudad como con el Departamento del Magdalena. Ahora se dedican a publicar textos o videos en medios de bolsillo o en las redes sociales, en donde aparecen grupos de ciudadanos que por la desesperación de la falta de alimentos desafían el confinamiento social y los métodos de higiene personal. Generaron una pobreza galopante acompañada de una economía informal que ahora bajo estas circunstancias críticas quieren empacárselas a quienes apenas llegar a gobernar el Departamento o su capital. Pareciera que no se dieran cuenta que toda la sociedad es el epicentro del desastre sanitario y social, en medio de un país atrasado y disfuncional en sus instituciones, que ni siquiera puede proveer medios de diagnóstico en las principales ciudades e información sobre la infección en el tiempo mínimo contemplado en los protocolos de la OMS bajo una moderna tecnología.

Para quien era un secreto que en el Departamento del Magdalena y en su capital Santa Marta el servicio de salud pública se encontraba en precarias condiciones desde hace 20 o 30, o más años, lo que es hoy una de las razones para no estar mejor preparados en cuanto hacerle frente a la pandemia del Covid19 con la mayor efectividad posible. Quienes se robaban la plata de los hospitales en el Magdalena (hasta en las elecciones pasadas) para beneficio propio y, además, financiar campañas electorales, hoy reclaman y se dan golpes de pecho en las redes sociales y algunos medios tradicionales por en mal estado de dichos órganos de la salud. Son estas élites cínicas a la enésima potencia.

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