Región Caribe

La Estadística no Habla: Es Hablada

Carlos Payares González

La violenta y exagerada reacción de un falso pánico que manifiestan hoy las élites de Santa Marta y del Magdalena ante el contagio del Covid19 se explica en función de esconder la conmoción por la triste realidad dejada como herencia forzada. Era obvio que después de lo que ocurrió tras la epidemia del SARS (2003), y otras, los científicos de la salud del mundo entero sabían que vendrían otras pandemias, en este caso, derivadas de la variedad del coronavirus, por lo tanto, hubiese sido posible prepararnos de la mejor manera. Pero cuando se habla de la disposición adecuada del recurso humano, de la infraestructura y de los elementos básicos de la bioseguridad, en nuestros hospitales y centros de salud, todo parece indicar que no ocurrió de esta manera. La Ley 100 arrasó con lo poco que había. E introdujo la peor corrupción en el negocio de la salud. Lo que han encontrado las nuevas administraciones en Santa Marta y el Departamento del Magdalena ha sido el desgreño como un efecto lógico de la inveterada corrupción de toda ralea de politicastros que nos han gobernado.

Siempre escuché que la Estadística era como una especie de “diablillo”, o sea, algo muy parecido a aquella figura traviesa que aparecía en otrora medios de comunicación social. También escuché que la Estadística no habla por sí sola, sino que es hablada. Sobre todo cuando se encuentra en manos de políticos que tienen intereses preconcebidos. Lo primero es que cuando se trata de hacer comparaciones de un fenómeno o de un evento entre diferentes poblaciones tenemos que hacer uso de razones o de proporciones o de tasas. Las cifras absolutas en estos casos no dicen todo, talvez, la apariencia del fenómeno o del evento (pero no en cuanto a su causalidad, riesgo de distribución y tipo de desenlace) Así, por ejemplo: ¿Cómo saber cuál territorio poblacional es más seguro u ofrece menos riesgo de contagio del Covid19 en tratándose de ciudades capitales o departamentos de Colombia? Si nos atenemos a la cifra absoluta de contagiados diríamos que Bogotá es la ciudad más insegura. Y, en este caso, es cierto debido tanto por la cifra absoluta como por la probabilidad de contagio expresada por medio de una tasa: 215 x cada 1.000.000 de habitantes (se divide el número de contagios -positivos- por la población total de la ciudad y se multiplica por 1 millón (K). Así tenemos la posibilidad de presentarse el fenómeno o evento, que en este caso es el Covid19, y podemos hacer comparaciones con los datos de otras ciudades y/o departamentos)

En efecto, desde hace varios días se sabe estadísticamente que Santa Marta y el Magdalena ocupan el primer lugar en riesgo de contagio: 247 x 1.000.000 de habitantes y, 85 x 1.000.000 de habitantes respectivamente. Son indicadores que están por encima del resto, por ejemplo, de los demás departamentos de la costa Caribe colombiana, incluyendo entre estos a Antioquia. Sin embargo, la Estadística no nos dice razones. No nos da explicaciones para poder actuar en consecuencia. No habla por sí sola. En cambio para las élites del Departamento del Magdalena, bajo una visión metafísica (el bien y el mal) y recalcitrante (los buenos son ellos y los malos son los gobernantes alternantes)… o sea, para ahorrar palabras, la causa de todo mal se debe a las figuras de los gobernantes Carlos Caicedo y Virna Johnson. De esta manera son en extrema esencialistas para criticar a los gobernantes actuales y, a su vez, son circunstancialistas para poder justificar toda clase de tropelías y trapisondas históricas que fueron cometidas por ellos en sus tiempos de gobierno.

¿Qué ha pasado después de tomarse con el debido tiempo las medidas necesarias por las autoridades distrital y departamental? Lo cierto es que todo el mundo sabe que muchos sectores de la sociedad han hecho caso omiso de estas (lo siguen haciendo) Entonces: ¿Por qué toda la gente no le presta la atención debida a las medidas de protección como la cuarentena, el uso de mascarillas y la higiene personal si se trata de la salud y la vida de la misma gente? Dirán las élites que los responsables son los gobernantes que no les echan la Policía y el Ejército para que respeten… para luego decir que son unos autoritarios porque hacen uso de la fuerza pública para atropellar a la gente. Desde décadas, por no decir Siglos, ha existido una especie de anomia en Santa Marta que ha sido el resultado del abandono de los gobiernos locales y departamentales y, últimamente, el sobre agregado de procesos migratorios (150 mil personas en Santa Marta como resultado de desplazamiento forzado por el conflicto armado. Esto sin contar los 40 mil refugiados venezolanos que hoy se encuentran en la capital del departamento) Otra variable que puede dar luces es la falta de una cultura ciudadana que le permita a la gente entender de manera consciente e identitaria que tiene derechos que reclamar, pero también deberes que cumplir y, sobre todo, responsabilidad por lo que hace o deja de hacer. Y esta falencia tiene que ver con los modelos patrimonialistas anteriores a los gobiernos de Fuerza Ciudadana tanto en Santa Marta como en el Departamento del Magdalena.

El ejemplo dado por buena parte de los gobernantes de antes era el de la incompetencia, desgreño y corrupción, para no tener que recordar el bochornoso otrora “barrio samario” en la cárcel Picota de Bogotá, Se observa por lo tanto una mala memoria en nuestras élites de los de siempre. Detrás de todo esto está la infaltable pobreza y marginalidad de un poco más de la mitad de la población de Santa Marta que se refleja en un alto índice de una economía informal o del famoso “rebusque”. Alguna relación tiene que ver también la actividad turística dado que Santa Marta y Cartagena en la costa Caribe tienen las mayores tasas de probabilidad de contagio. Todos estos factores alteran el comportamiento debido de los ciudadanos ante una pandemia que todavía no da muestras de ser controlada o erradicada a nivel mundial.

Ahora en cuanto a los datos de letalidad responden a una proporción, es decir, el porcentaje de muertes respecto al número de pacientes diagnosticados con el Covid19. Se refiere a los pacientes que son sometidos al tratamiento en casa o en hospital. Una vez el paciente está bajo control médico (no del Gobernador o la Alcaldesa) son tres (3) las variables que pueden incidir en la evolución natural de la enfermedad (curación o muerte): 1. La naturaleza del agente causal (no se ha establecido que en Colombia existan diferencias de cepas del Covid19) 2. Las condiciones del huésped (en cuanto a pertenecer a las poblaciones más vulnerables. Trátese de enfermedades crónicas o inmunosupresoras o grupos etarios considerados mucho más vulnerables) y, 3. La capacidad o efectividad del Sistema de Salud que atiende los pacientes (se refiere a recursos humanos, infraestructura, equipamientos, bioseguridad, etc.) De tal manera que la alta proporción de la letalidad (alrededor de un 10%) está referida a la capacidad del Sistema de Salud y/o las condiciones de vulnerabilidad del huésped (el paciente) y no necesariamente al fracaso de las medidas de confinamiento y de higiene personal y respiratoria, cuyos resultados empiezan a ser satisfactorios cuando se supera el 75% de confinamiento social. En este caso (del 75%) la posibilidad de contagio de 1 persona enferma (durante 5 días) solo sería de 0.62 de un nuevo contagiado. Si es en 30 días serían 2.5 personas nuevas infectadas. Se sabe que cuando el respeto de la medida de confinamiento social no supera el 50% una persona infectada (en 5 días) contagia a 1.25 personas. Y en 30 días los nuevos contagiados serían 16 personas aproximadamente. En cambio, cuando una persona contagiada no guarda cuarentena puede contagiar a 3 personas en 5 días y, estas, a su vez, a 406 personas en los 25 días subsiguientes. De tal manera que el incumplimiento de la cuarentena es el primer factor de propagación del Covid19.

El pretender asignar una uni-responsabilidad a los gobernantes de turno, tanto sobre la proporción de letalidad y la rata de contagio, es una manera de torcer el pescuezo a la estadística bajo un propósito implícitamente político. Es por eso que en veces hay que ajustar la información a las diferentes variables que están en juego (edad de los fallecidos, enfermos crónicos, atención tardía del paciente, etc.) Debemos preguntarnos, entonces, ¿Cuál es la composición por grupos etarios de la morbilidad y letalidad presentada en Santa Marta y en el Magdalena? ¿Cuántos pacientes presentaban cuadros patológicos previos crónicos que facilitaron un desenlace fatal? En fin es en la Estadística en donde se refleja mejor la teoría del vaso medio lleno o del vaso medio vacío. Todo depende de la posición del actor que tiene la palabra.

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