Colombia

Pueblo Viejo: Endemia de Pobreza y Desigualdad

Por.

Carlos Payares González
Verónica Meléndez Charris

Es sabido que en Colombia existen territorios en donde la pregunta no debería ser cuáles son los efectos del Covid-19 en la generación de pobreza y desigualdad, sino cuáles son los efectos de la pobreza y la desigualdad en la llamada “evolución social” de la pandemia. Esto porque existen pueblos donde la pandemia les llegó en las peores condiciones del Mundo; de tal manera que no hizo más que poner sobre la mesa la penosa realidad que, se sabía, actuaría como detonador de una bomba de tiempo en la explosiva diseminación del contagio y muerte. Y esa realidad, sin duda, es el abandono por centurias de nuestros pueblos, como es el caso de Pueblo Viejo: un asentamiento establecido como Encomienda por la Corona Española en el mismo tiempo en que fue fundada la ciudad de Santa Marta. Con 93 casos confirmados, es el poblado con una de las mayores tasas de contagio en toda Colombia: 3.096 por cada millón de habitantes.

Una de las tareas más importantes de la política es atenuar la incertidumbre en cualquier sociedad sin importar el tamaño. Es eso claro. Pero en el caso de la excepcionalidad de la pandemia Covid-19, los acontecimientos que provoca en algunos territorios, con problemas estructurales severos, terminan incrementando la incertidumbre. El virus ha develado y/o exacerbado las desigualdades y las fracturas preexistentes en todas nuestras comunidades. Colombia es la segunda economía con mayor desigualdad en distribución del ingreso en la región, solo superada por Brasil (CEPAL; 2020). La pandemia no solo ha trastocado cosas, incluso, teorías económicas y políticas, sino que además ha mostrado las profundas brechas que le dan cierto ritmo a la “evolución social de la epidemia”.

Por eso pensar en el futuro de los sobrevivientes no es solo disuadir o eliminar la pandemia, o aislar el poblado ante la posibilidad de contagio, sino también rectificar los amplios márgenes de pobreza y exclusión que tipifican a algunas de nuestras regiones. Así, por ejemplo, la politiquería ha llevado a unos niveles de vida o de supervivencia propios del cuarto mundo. De la más horrible pobreza. En algunos entes territoriales, como Pueblo Viejo, la vida es una lucha cotidiana ante el abandono del Estado, la incompetencia institucional, la corrupción política y el deterioro del medio ambiente. El Departamento del Magdalena es el cuarto departamento más pobre de Colombia. Esa es la herencia entregada por clanes familiares que han gobernado el territorio, incluso, desde antes de la Independencia de España. En muchos de nuestros municipios los Planes de Desarrollo han sido letra muerta al servicio, eso sí, de los grandes negociados de la corrupción política y administrativa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con la expansión de la Covid-19 la política se pone a prueba en muchos de nuestros territorios: no como búsqueda del poder sino como una dimensión ética; como un deber basado en el conocimiento y en el arte de gobernar en función del bien público, en donde, como hemos dicho, no hay decisiones perfectas dado que todo se hace bajo condiciones de incertidumbre. Sin embargo, también existe una oportunidad de desplazamiento del liderazgo político tradicional hacia los que prefieren gobernar bajo la filosofía de las políticas públicas. De lo que se trata es de poder considerar espacios de un planeamiento y de pensamiento estratégico que pueda anticipar los conflictos y escenarios posibles; también articular burocracias segmentadas, unir lo establecido como estratégico con la emergencia, salir del coyunturalismo y plantear los tiempos de lo estratégico.
En el caso de Pueblo Viejo, lo de la pandemia era una crónica anunciada, al igual como está ocurriendo en el municipio de Ciénaga (la tasa de contagio está en 649 por cada millón de habitantes). Ambos pueblos superan a Santa Marta (496 por cada millón de habitantes). El primero está constituido por 5 corregimientos y una cabecera municipal con indicadores deplorables en cuanto al nivel de desarrollo y bienestar social. Pueblo Viejo es de categoría sexta (6) y está situado al noroccidente del Departamento del Magdalena a las orillas de la Ciénaga Grande de Santa Marta y del Mar Caribe. Su actividad económica fundamental y ancestral es la pesquería, principalmente en la Ciénaga Grande de Santa Marta.

En una crónica publicada en el periódico El Heraldo (22 de abril 2018) se decía de Tasajera (El corregimiento más significativo del municipio), que “vive de la nada, parece estar detenido en el tiempo y se estanca en su desarrollo… Ubicado estratégicamente en el corredor vial que une a Santa Marta con Barranquilla, (la Troncal del Caribe), en comprensión del municipio de Pueblo Viejo, y habitado por unas 10 mil personas, Tasajera muestra un paisaje triste y desolador. La acumulación de basuras y desechos de toda clase que se observan en algunos barrios, desde la carretera, las aguas pútridas frente a las rústicas viviendas (en las que se vive en hacinamiento); la presencia de niños desnutridos y de adolescentes con embarazo prematuro, son indicios que marcan pobreza extrema. Además, la ausencia recurrente de los servicios públicos (agua y luz) generan un desequilibrio social”.

No solo es la pobreza en medio de la que se desenvuelven los puebloviejeros y una parte significativa de los cienagueros, sino que el estuario de la Ciénaga Grande de Santa Marta se encuentra casi en su totalidad sedimentada por las corrientes del Mar Caribe y la falta de agua de los ríos que ya no llegan con la misma intensidad. La fumigación indiscriminada por parte de los bananeros y otros finqueros influye en que las aguas se contaminen, así como el vertimiento de residuos químicos de las empresas ubicadas en el municipio de Ciénaga, como las aguas servidas del alcantarillado aumentando considerablemente el desequilibrio natural.

De igual forma se ha venido dando una deforestación de mangles lo que hace que las aguas se recalienten y se alejen las lluvias. Así mismo, una pesca indiscriminada (métodos inadecuados de pesca, como el boliche zangarreo, el barbasco, las mantas de arrastre (changas) y la dinamita) que ha agotado a buena parte de las especies nativas de la Ciénaga Grande. Todos estos factores externos e internos han permitido que la única fuente natural de supervivencia del Municipio de Pueblo Viejo se vea afectada de manera cada vez más grave.

Pueblo Viejo, según registro de analfabetismo se ubica en 26,9%, frente a un 15,6% del Departamento del Magdalena y de la región Caribe. Para 2018 se esperaba tener un resultado de 11,4% con un esfuerzo de cierre de brechas en los sectores medio y bajo. Un alto porcentaje de sus pobladores están afiliados al sistema subsidiado (23.439 personas de una población total de 33.030). Y solo 439 están afiliadas al régimen contributivo.

En cuanto a cobertura total del acueducto se tiene registro de 52,1% de cobertura, frente al 68,3% del departamento y el 71,0% de la región. La cobertura de alcantarillado es de 0,58%, en la zona rural de 0,64% y la zona urbana de 0,44%. Esto se explica porqué no existe una red de alcantarillado en el municipio encontrando entonces el uso de pozos sépticos o letrinas en precario estado, además de otros sistemas sin ningún tipo de manejo, por lo que no se hace tratamiento a las aguas residuales y se generan problemas de salubridad.

Actualmente las viviendas están hechas de materiales temporales, sin ningún tipo de división que permita delimitar zonas de habitación, cocina o baño. Adicionalmente, es frecuente que 3 o más familias vivan en una sola vivienda, lo que constituye un hacinamiento. Se registra que el número de personas promedio por hogar es de 3,018 y el tipo de vivienda son casas elaboradas en materiales temporales en un 89,1%; solamente el 4% de estos hogares tienen actividad económica en sus viviendas. Lo que evidencia una población de extrema pobreza y una alta vulnerabilidad. Frente a las condiciones de vida de los habitantes se tiene que el nivel municipal de NBI proyectado para 2016 refleja los siguientes índices: Casco Urbano 68,32 y en la Zona Rural 52,35 cuyo promedio en general para el municipio es de 57,76.

En el caso del departamento del Magdalena, para hablar solo de la pobreza monetaria, según el DANE, se sitúa en la cuarta posición de los departamentos con más pobreza en Colombia con un 46,6%. La lista publicada en 2019, correspondiente a estudios de 2018, la lidera Chocó con un 61,1%, le sigue La Guajira con 53,7% y en tercer lugar se ubica Cauca con un 50,5%. Entre los 10 primeros lugares del ranking continúan los departamentos de: Córdoba 44,2%, Cesar 42,9%, Norte de Santander 41,7%, Nariño 41,4%, Sucre 41% y Caquetá 40,1%. La zona con menos pobreza es Bogotá, la cual tabula un porcentaje muy bajo de 12,4%.
El caso de Ciénaga es también preocupante. Ha sido un municipio de la mano de la corrupción y controlado por los clanes familiares tradicionales de Santa Marta. El municipio tiene un total de 21.509 hogares, que representan el 8,6% del total existente en el Departamento y el 0,20% a nivel nacional. Del total de hogares del municipio, el 34,1% no presentan déficit de vivienda, en tanto que el 65,8% de los hogares tienen un déficit muy similar a los entes territoriales más pobres. En cuanto al déficit cualitativo, este fue para el municipio del 50,0%, el cual está por encima del promedio nacional, ubicado en el 23,8% y por encima del nivel departamental, que alcanzó el 49,7%. Con relación a las brechas sociales existentes en vivienda, puede decirse que el esfuerzo en el déficit de vivienda cualitativo es alto, en tanto que el esfuerzo en el déficit cuantitativo es bajo (DNP, 2015). En Ciénaga existe una alta informalidad en el área urbana que supera el 78%, las personas se dedican a la actividad económica tales como ventas estacionarias, semiestacionarias y ambulatorias.

Según un estudio del Centro de Estudios de Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes (CEDE), en su Boletín No 20, del 18 de mayo 2020, los efectos de esta pandemia en Colombia se verán reflejados tanto en mayor pobreza como en mayor desigualdad: “la actual parálisis de actividades y la posible destrucción futura de empleos y de actividades productivas de cuentapropistas no solo retrasarán el mejoramiento de los indicadores socioeconómicos, sino que, además, devolverán al país al menos una década atrás”. Esto resultaría en un incremento de cerca de 15 puntos porcentuales adicionales de pobreza: 7,3 millones de personas más que en 2019, y una caída total en los ingresos mensuales de 4,8 billones de pesos. Y, tal vez, de persistir la negligencia institucional, nuestras regiones más deprimidas pasarían de un modelo de vida del cuarto mundo a un modelo del quinto mundo, en donde la potencialidad de la vida y de nuestras capacidades están básicamente anuladas.

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