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La obsesión del candidato Pinedo para lograr la Alcaldía de Santa Marta

Por Álvaro Cotes Córdoba

El domingo 29 de octubre del año 2023, amaneció con un pronóstico de llovizna ligera, al mismo tiempo que con la premonición de que al final del día, iba a suceder lo que todo el mundo ya sabía en Santa Marta: Que el nuevo alcalde electo sería el candidato de Fuerza Ciudadana, el partido político que le había estado dando sopa y seco al resto de partidos, grupos y familias políticas de la comarca en los últimos 12 años.

Sin embargo, el candidato opositor más fuerte que poseía Fuerza Ciudadana, de nombre Carlos Pinedo, era el único que no sabía que ese día iba a ganar la elección el aspirante de los naranja, como le dicen a los que pertenecen a ese partido político por el color salmón de su bandera y camisetas. Pinedo había despertado ese día muy temprano, luego de soñar que nadaba sobre un mar tempestuoso sin ningún rumbo fijo o a la deriva.

Amanda, una vecina de él, me dijo que lo vio ese domingo salir de su casa a las 7:30, vestido con una camisa fina, blanca y un pantalón color mostaza. “Lo ví sonriente y feliz”, me dijo. Recordó que, cuando abordó su vehículo, también de color blanco y último modelo, se persignó y miró hacia el Cielo. “Sin duda, el pobre muchacho aún ignoraba lo que le iba a suceder al final del día”, me recalcó la señora de avanzada edad.

Rocío, otra vecina, quien reside dos cuadras más adelante de la casa de Pinedo, me manifestó que alcanzó a escucharle, cuando se detuvo en una esquina, para saludar a un amigo y recordarle que contaba con su voto y los de toda su familia, que le había confesado el sueño que tuvo sobre el mar. “Ahora pienso, cuando ya se conoce el resultado de la elección, que ese sueño fue una premonición, que él no supo interpretar después”, me aclaró.

Una hora más tarde, Pinedo regresó a casa, recogió a su esposa y niñas y se fueron a votar en la zona que les correspondía. Se sentía ganador, pues lo percibía por donde iba, aún cuando conocía la hipocresía de la gente, pues tenía experiencia de haber sido candidato ganador al Concejo por varios períodos consecutivos. No obstante, esa sensación era más fuerte por cuanto poseía la garantía y seguridad de los poderosos amigos y socios que en esa oportunidad lo estaban acompañando a cumplir el sueño de su vida: Llegar a ser el Alcalde de Santa Marta en sus 500 años de existencia. Un anhelo que pocos tendrían ese día la oportunidad de hacerlo realidad, apenas dos personas: él y el candidato de los Naranjas, Jorge Agudelo, quien apenas tenía 12 días de campaña, una pírrica cantidad en comparación con los siete meses que llevaba él en campaña, lo que le daba más seguridad para su triunfo inminente.

En ningún país ni ciudad del mundo, un candidato con tan corto tiempo de campaña había ganado nunca una elección popular. De modo que con ese importante dato y con lo que lo alimentaban de forma constante sus asesores, colaboradores y seguidores, además de poseer un equipo bien armado, para dar la batalla hasta el final, la derrota era inexistente ni siquiera imaginable. Todas las probabilidades de un triunfo estaban a favor de él, por lo que su victoria era más que evidente.

Sin duda, en parte tenía razón, porque no solo el partido político Fuerza Ciudadana había tenido que improvisar un candidato a última hora, ante la revocatoria de la candidatura de su principal aspirante con una campaña formidable de varios meses que la mantuvieron como la más opcionada de ganar, hasta que el CNE le hizo el favor, descabezándola. Incluso, tenía un as bajo la manga, en caso tal ocurriera lo impensado o que perdiera las elecciones y el cual consistía en la extemporánea inscripción del reemplazante Agudelo. “Aunque nunca tuvimos en mente que Agudelo con 12 días de campaña podía ganarnos, guardamos esa alternativa por si acaso”, me enfatizó un allegado a esa campaña política.

Pero sugiero que la confianza de Carlos Pinedo y el equipo poderoso y grande que armó, lo llevó al mismo tiempo a desconsiderar el poder que aún le restaba al partido político de su inmediato opositor, a pesar de los golpes sufridos a pocos días de la elección. Fuerza Ciudadana lleva gobernando 12 años y no sólo cuenta con un personal grande ocupando cargos en los gobiernos que ostenta, como son la Alcaldía y Gobernación. También posee lo que comúnmente se ha llamado la maquinaría y no es cualquiera maquinaria con la que contaban antes los gobernantes y quienes solamente llegaban a un solo poder, Gobernación o Alcaldía, nunca a los dos juntos, como lo ha hecho Fuerza Ciudadana sin precedente alguno en la historia política de Santa Marta y el Magdalena.

Claro que, lo anterior lo vino a saber Pinedo con certeza, después de que le terminaron de contar los votos al final de ese domingo y se dio cuenta de que, a pesar de lograr una votación altísima en comparación con las que anteriormente obtuvieron los opositores que rivalizaron y perdieron también contra el mismo partido FC en los últimos 12 años, no le había alcanzado para ganarle a su candidato de 12 días de campaña, Jorge Agudelo, quien lo superó por casi 300 votos. No solo se confió, sino que también subestimó el poder del partido más exitoso en los últimos tiempos en Santa Marta y el Magdalena. Sin embargo, no se amilanó y siguió pensando en ganar, así no lo hubiera hecho en los pre conteos de votos y le apostó a los escrutinios, en donde puso a funcionar a todo su equipo costoso de abogados e incluso trajo un bufete de refuerzo de la capital del país e intentaron restarles votos al ganador de las elecciones, con el fin de superarlo, pero tampoco le resultó, solo le descontaron un par de voticos

Su lucha por la Alcaldía ya pasó a otro terreno, no democrático, porque allí no pudo, sino a una obsesión y por ello ha llamado a casi toda la derecha del país, para que lo ayuden como sea a ganar esa alcaldía que, aun cuando todo el mundo en Santa Marta sabía que no la iba a ganar por el gran respaldo popular que ha cosechado Fuerza Ciudadana a lo largo de los últimos 12 años, él todavía insiste en no aceptarlo, así haya perdido en los pre conteos, escrutinios e incluso si perdiera en otras posibles revisiones que se presenten. Como ya comenzó a hacerlo con el costoso equipo de bufete de abogados capitalinos y con el cual ahora pretende tumbar la candidatura de quien le ganó, porque según él: “No tenía por qué inscribirse” ni ostentar su derecho de ser elegido. Su obsesión por la Alcaldía de los 500 años de Santa Marta podría convertirse, incluso, en un trastorno compulsivo.

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