Por: Jorge Soto Daza
Carlos Payares, Periodista en mayúsculas. No porque todos los muertos sean buenos, el doctor Payares lo fue. Su sola estampa así lo decía.
En los pocos meses que lo traté, reconocí en él al hombre de letras. Requete capaz. En él siempre vi al amigo, siempre me lo demostró, aunque fuera en sus escritos porque poco tratamos por lo de la pandemia.
Es necesario reconocer de la misma forma, al estratega, al que podíamos consultarle sobre cualquier tema. Siempre tuvo la respuesta precisa para cualquier interrogante. La verdad es que me ha impactado terriblemente el fallecimiento del colega, yo, que vivo encerrao huyéndole al virus y con la posibilidad de contraerlo, porque todos somos proclives a contraerlo.
Posiblemente el encierro ha sobremodulado mis sentimientos, pero, la verdad, el fallecimiento del amigo me ha dado duro. Durísimo. Carlos murió a raíz de una inflamación del apéndice, después de haber ingresado a una clínica de la ciudad de Santa Marta el pasado 30 de noviembre.
A su esposa, a sus hijos y a su familia en general, mis sinceras condolencias. Se fue un amigo de letras, de escritura, porque de eso si sabía. Se fue sin decirnos adiós. Solo que, “ingresaba al quirófano por una apendicitis”.
Carlos Payares, donde estés mi hermano, tus amigos sentimos tu partida, más de lo que habrías podido imaginar. Descansa en paz colega y recibe la bendición de Dios…
