Por Álvaro Cotes Córdoba
Dicen los historiadores que, Rodrigo de Bastidas, cuando regresó al nuevo continente descubierto por Cristóbal Colón, traía consigo un sueño, el cual era “fundar a la ciudad perfecta del Nuevo Mundo en una bahía de aguas tranquilas que había visto en su primer viaje”.
En sus charlas amenas con amigos describía el lugar de ensueño como un sitio donde “corría el viento y las montañas permitían escapar del calor. En donde había pequeños ciervos tiernos, tortugas marinas, peces que se capturaban casi que con la mano, árboles de trupillo y ríos fríos que bajaban de unos nevados”. Sin duda, era un paraíso terrenal.
De manera que, apenas volvió al nuevo continente, descubierto 33 años antes por Colón, lo primero que hizo fue fundar a su soñada ciudad y como llegó a tierra un 29 de julio, más exactamente a la playa cercana al río que se conoce hoy como Gaira, fundó la primera ciudad de América en homenaje a Santa Marta, patrona de Sevilla en España y la cual cumplía ese mismo día.
La ciudad fue la primera del continente sur y por ende sería la primera por donde entraría todo: el comercio, el primer palenque de Colombia, las excursiones por el río de La Magdalena, que permitieron la colonización del resto del país. De Santa Marta también partió Gonzalo Jiménez de Quesada, en su recorrido largo por llegar a Machu Pichu, la ciudad sagrada de los Incas en lo que es hoy Perú.
Por Santa Marta también pasaron “los primeros vestidos de seda para las damas encopetadas que migraban, igualmente arribaron las primeras Biblias y las campanas para las iglesias, la cristalería y el aceite, los acordeones que hicieron posible el vallenato y con los siglos surgiría el primer tren conectado a un puerto, que dio origen a la canción más célebre de la ciudad”.
No obstante, 495 años después, tiempo durante el cual la ciudad soñada de Rodrigo de Bastidas estuvo como en un letargo, viendo cómo otras ciudades que fueron fundadas más tarde se desarrollaron de forma más acelerada e incluso muchas otras que fueron fundadas cuatro siglos después, Santa Marta apenas parece haber retomado el anhelo de su fundador desde hace ocho años, con unos nuevos gobernantes del pueblo, que buscan hacer realidad el gran deseo de Bastidas y presentarla como tal en su quinto siglo de existencia, dentro de los siguientes cinco años.
No hay mejor gratificación ver cómo la primera ciudad de este país llega hoy a cumplir sus 495 años de la mano de unos gobernantes del pueblo y no de los que la gobernaron durante 487 años en que se mantuvo como congelada. Y más aun cuando en 1.825 días cumplirá sus primeros 500 años.
Nota: Los textos entre comillas fueron extraídos del artículo El gran relato de amor del que nació Magdalena, escrito por Enrique Patiño en la revista Semana.
