Magdalena

EL COVID19: ACASO NOS OCURRIRÁ LO DEL PASTORCITO MENTIROSO

Por Carlos Payares González

En la ciudad de Santa Marta hasta el momento (16 de marzo) no ha sido diagnosticado un solo caso de COVID19. Es una de las pocas capitales departamentales que aún está exenta de casos certificados por las autoridades sanitarias de Colombia. Circunstancia que tal vez hace que algunas personas no tomen el tema en serio. Es decir no le prestan plena atención a las medidas de prevención y de contención que han sido proferidas por el Gobierno Nacional, el Departamental y el Distrital. Para no mencionar otras que consideran que la pandemia servirá para un retorno a modelos cuasi-naturales de la existencia humana, sin dejar de mencionar a aquellos pocos que creen o desean que el sistema capitalista sea derrumbado por la catástrofe sanitaria del virus de moda. De todas maneras bien vale la pena preguntarnos: ¿Cuántos casos de prevalencia del coronavirus habrá en la ciudad o zona? ¿Qué pasará cuando estos casos ocurran? ¿Qué deberíamos estar haciendo?

Por muchas razones podemos decir que el COVIID19 viene en camino hacia nosotros o tal vez ya llegó pero aún no lo hemos detectado. Y lo está haciendo a una velocidad exponencial o geométrica: gradualmente al comienzo y luego de manera repentina. Es cuestión de días. Quizás una semana o quizás dos. Sin embargo, cuando nos llegue es casi seguro que nuestro precario Sistema de Salud público y privado colapsará. Se saturará. Y la gente tendrá que ser atendida en los pasillos como ocurre ante cualquier emergencia circunstancial. Y el personal sanitario, agotado, tendrá que escoger entre los contagiados a cuál preferiblemente atiende. Otros de ellos, contagiados, morirán.

La más determinante manera de prevenir que esto ocurra es el aislamiento social desde ahora. Desde hoy. No mañana. Esto significa mantener a cuanta más gente sea posible en casa, desde ya. Y bajo el uso de las medidas sanitarias que han sido recomendadas por la OMS y los diferentes gobiernos territoriales. En estos momentos no hay fuerza para enfrentar el virus que la propia determinación de autocontrol ¿Estoy acaso provocando pánico? ¿No será mejor esperar a que nos llegue el COVID19 para ver qué hacemos? Y es en este caso en donde los políticos, funcionarios, empresarios o líderes de la comunidad tienen el poder y la responsabilidad de prevenir cualquier catástrofe. O al menos mitigarla hasta el mínimo posible.

Es importante señalar en cuanto a la pandemia de COVID19 que los casos reales no se conocen sino al pasar el tiempo. Sólo podemos calcularlos mirando hacia atrás. La razón es muy sencilla: no siempre sabemos cuántos pacientes están infectados dado que muchos son asintomáticos y, otros, logran continuar con su vida rutinaria como si hubiesen padecido una gripa tradicional. Las autoridades sanitarias sólo lo pueden saber y registrar a los enfermos cuando estos acuden a consulta y obtienen un diagnóstico definitivo. Por lo tanto una cosa es lo que dichas autoridades conocen y otra cosa muy distinta es lo que de verdad está ocurriendo.

Hoy podemos afirmar que en Wuhan el día que se diagnosticaron 400 casos nuevos y se tomó la decisión de cerrar la ciudad, en realidad lo que hubo fueron alrededor de 2500 nuevos casos pero no se sabía. Esta diferencia entre casos oficiales y casos reales es importante. Es por eso que los primeros días subsiguientes a las medidas drásticas tomadas para la contención de la pandemia no se nota de inmediato la reducción de los casos. Sin embargo, una vez tomadas las medidas empieza en cosa de días una disminución de la incidencia como signo claro del control expansivo de la enfermedad.

Con lo vivido en Asia y Europa podemos considerar que la tasa de mortalidad del COVID19 oscila entre el 0.5% y el 5%. De tal manera que cuando en una ciudad o país no se tiene datos cercanos a los reales la tasa de mortalidad puede aparecer mucho más alta. Y esto resulta cuando el virus ha estado expandiéndose sin ser detectado durante varias semanas. Y ese es un problema tanto para las autoridades políticas como las sanitarias. Sólo conocemos los casos oficiales, lo hospitalario, no los casos reales.

Tomás Pueyo recomienda utilizar la cifra de pacientes fallecidos para poder calcular de manera más real el número de personas infectadas (Coronavirus: Why You Must Act Now. 2020) Si llegase a existir cifras de muertes podemos usar esa información para estimar el número de casos reales. Sabemos, además, cuánto pude tardar una persona desde que se contagia del virus hasta que fallece (alrededor de 17.3 días) Y, en este caso, si la tasa de mortalidad la consideramos en 1% significaría que el día del fallecimiento de la persona había alrededor de unos 100 casos de los cuales solo uno acabó en desenlace fatal a los 17.3 días más tarde. Ahora, dice T. Pueyo, que “[…] usando la media de tiempo que el coronavirus tarda en duplicarse (es decir, el tiempo de media que tardan en duplicarse los casos). Es de 6.2. Esto significa que en los 17 días que tardó esta persona en fallecer los casos tendrían que haberse multiplicado por ~8 (= 2^(17/6)). Esto indica que si no se están diagnosticando todos los casos, una muerte implica 800 casos reales […]”. Lo cierto es que ninguno de estos cálculos son exactos, pero nos acercan al número de casos reales el cual lógicamente es muy superior al oficial. Cuando se habla de cientos de enfermos no son cientos. Pueden ser miles o incluso mucho más.

Hace una semana Francia anunció que tenía 2.900 casos y 61 muertes. Al utilizar una proyección calculada como se ha dicho se obtiene un rango de casos entre 50.000 y 300.000. Sorprende la cifra pero es más cercana a la realidad de lo que está ocurriendo en dicho país. Así que cuando Wuhan pensaba que tenía 444 casos, en realidad tenía 27 veces más. España manejaba para ese momento unas cifras peores que Francia (3.200 casos vs 2.900; y 86 pacientes fallecidos). Esto significa que España tiene posiblemente entre 70.000 y 300,000 casos reales.

El COVID19 ya está en Colombia y está escondido y creciendo exponencialmente (geométricamente). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha cifrado en 3.4% la tasa de letalidad (% de gente que contrae el coronavirus y muere por esa causa). Sin embargo, este número es relativo. Depende del país y del momento en que se levante el dato: así, por ejemplo, esta tasa oscila entre un 0,6% en Corea del Sur y un 4.4% en Irán ¿Cuál es entonces la real? Existen dos formas para calcular la tasa de letalidad: Muertes/Casos Totales y Muertes/Casos Cerrados (diagnosticados). En la primera está probablemente subestimando el dato porque muchos de los casos abiertos pueden terminar en muertes. La segunda sobreestima porque es probable que las muertes se registren más rápido que las recuperaciones. La tasa de letalidad de China está ahora entre el 3.6% y 6.1%. Si se proyecta esto al futuro parece que converge hacia el 3.8%-4%. Esto representa el doble de la estimación actual y 30 veces peor que la gripe. Pero lo cierto es que la tasa de letalidad de Hubei (la región) convergirá probablemente hacia el 4.8%, mientras que para el resto de China será posiblemente el 0.9%.

La primera conclusión de todo esto es que los países o ciudades que están preparados verán una tasa de letalidad del virus del 0.5% (Corea del Sur) o de 0.9% (resto de China) Los países y ciudades que no se prepararon y la ciudadanía no se comprometió en aquellos aspectos de autocuidado y aislamiento socia tendrán una tasa de letalidad entre el 3%-5% aproximadamente.

Dicho de otra manera: los países y ciudades que actúen de manera rápida pueden reducir el número de muertes por un factor de al menos de 10. Y esto sólo contando la tasa de letalidad. Actuar rápido de manera drástica a pesar de cualquier crítica reduce dramáticamente los casos de incidencia, lo cual acerca a la solución y superación de la emergencia sanitaria de manera mucho más evidente. Hoy sabemos que alrededor del 20% de casos reportados requieren hospitalización, el 5% requieren Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y, finalmente, alrededor del 2.5% requiere ayuda intensiva con ventiladores u OMEC (Oxigenación por Membrana Extracorpórea)

 

 

 

 

 

 

De manera hipotética podemos afirmar que si de repente hay 100.000 personas infectadas muchas requerirán del examen médico de laboratorio. Alrededor de 20.000 requerirán hospitalización. Unas 5.000 tendrían que ir a la UCI y 1.000 necesitarán máquinas de soporte respiratorio de las que no hay suficientes en países como Colombia. Y esto es sólo con 100.000 casos ¿Ha pensado usted cuantos casos pueden ocurrir en su ciudad si no tomamos en serio la pandemia del COVID19?

Y esto es sin tener en cuenta otros problemas como el de las mascarillas tanto para el ciudadano común y corriente, como para el personal sanitario. Un país como EEUU sólo tiene un 1% de mascarillas que se necesitan para cubrir las necesidades de su personal sanitario ante los 3.500 millones que pueden necesitarla. En Colombia hace días están agotadas las diferentes marcas y tipos de mascarillas.

Si reducimos el número de infectados tanto como podamos, nuestro Sistema de Salud, por enclenque que sea, será capaz de gestionar los casos diagnosticados mucho mejor y, además, reduciendo la tasa de letalidad. Y si extendemos esto en el tiempo llegaremos a un punto en el que la gente podrá ser vacunada eliminando del todo el riesgo de enfermar y, tal vez, morir a la vez. Así que nuestro objetivo no es eliminar los contagios por coronavirus. Es evitarlos o posponerlos. Cuanto más posterguemos la incidencia de casos, mejor posibilidad de funcionamiento del Sistema de Salud y más baja será la tasa de mortalidad y los costos hospitalarios.

Las dos únicas opciones que tienen los gobiernos frente al COVID19, de no haberse preparados para la pandemia, son la contención y la mitigación. La época de la anticipación ya pasó. Sólo nos queda para el futuro la erradicación si es que somos conscientes y capaces. Todos tenemos el deber como ciudadanos del mundo de protección de la especie en unas condiciones dignas y de protección del medio ambiente. Esa será la primera lección que nos dejará el COVID19.

Un comentario

  1. Muy buen artículo. Lo más triste es que el señor Presidente Iván Duque sabe que el COVID-19 está entrando por intermedio de los pasajeros que llegan vía aérea, principalmente en el Aeropuerto El Dorado y prefiere el flujo de capital que la salud del pueblo.

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