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Duque tiene la razón: Son homicidios colectivos y aquí se los explicamos

Por Álvaro Cotes “El Bueno”

Un asesinato masivo o asesinato en masa es el acto de asesinar a un número elevado de víctimas, de manera simultánea o en un periodo corto de tiempo. Puede ser cometido por individuos u organizaciones. En la actualidad, algunos llegan a describir esos actos como genocidios.

Sin embargo, algunos consideran que el “genocidio” puede existir donde hay una intención o plan para exterminar a un grupo en particular y que asesinar no es una condición necesaria, en contraste, “asesinato masivo” consiste efectivamente en el asesinato de un elevado número de personas.

No obstante, por simple terminología, yo no podría llamar a un genocidio como un asesinato masivo y mucho menos una masacre o tampoco una matanza, solo para suavizar el verdadero nombre de cada uno de esos actos inhumanos que están muy bien definidos dentro de la sinonimia compleja de nuestro idioma español.

Lo anterior me lleva a preguntar: ¿Por qué entonces el Presidente Duque no utilizó el viejo conocido y verdadero término “masacre” y en lugar lo nombró “homicidio colectivo”. Algunos dicen que lo hizo para tratar de maquillar el término ya desgastado y horrendo, empleado muchas veces desde los gobiernos de su mentor, Álvaro Uribe Vélez, a fin de no influenciar el pensamiento colectivo y hacerles fácil la comparación con el gran mentor hoy caído en la “dura batalla” que libra con una Corte que consideran “parcializada”.

Intentar modificar la apariencia de algo para disimular su verdadera naturaleza aparentemente es lo más cínico que se puede hacer, sobre todo cuando las víctimas fueron jóvenes cuyas familias quedaron desbastadas para siempre.

Los mayores asesinatos masivos de la historia han correspondido a intentos de exterminio, basados frecuentemente en conceptos o preceptos étnicos o religiosos, de grupos completos o comunidades de personas. En la actualidad, dichos actos suelen describirse como genocidios.

Una masacre es una matanza de personas, por lo general indefensas, producida por ataque armado o causa parecida. Que es lo que en Colombia ocurrió con las incursiones guerrilleras y paramilitares antes y durante los gobiernos de Álvaro Uribe.

Con los jóvenes en Samaniego, Nariño y otras registradas en lo que va de este año, ha sucedido una modalidad distinta e incomparable con las masacres reconocidas de un reciente pasado. Sus muertes no se produjeron por ataque armado o causa parecida, no. Ocurrieron de forma selectiva.

Como el homicidio es un delito consistente en matar a alguien sin que concurran las circunstancias de alevosía, es decir, con cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente ni precio o circunstancia agravante de la responsabilidad criminal, entonces, las muertes de esos jóvenes sí se acercan más al término empleado por el Presidente, quien los calificó de “homicidios colectivos”, para diferenciarlos de las sangrientas masacres del reciente pasado que nadie ya quiere volver a recordar y ni siquiera a sufrir, por eso, es mejor llamarlas homicidios colectivos, un concepto moderno de cambio, sintonizado con la realidad que Iván Duque quiere rubricar en su incomprendido mandato presidencial.

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