Santa Marta

Semestre diferente

Por: Jorge Soto Daza

Entramos hoy al segundo semestre de este año 2020. Nadie puede decir que todo está claro, que todo está solucionado, que el horizonte es nítido, que la economía progresa, que la salud está cada día más segura, que la tecnología ha dominado por fin los quebrantos de la naturaleza humana, que estamos en los días mejores, que la tierra está en su máxima producción.

Entramos a un semestre diferente a los anteriores: todos somos aprendices del futuro y constructores de caminos que nos permitan avanzar y progresar; para muchos estamos de nuevo en una línea de partida de una historia diferente que puede ser o alejarnos definitivamente de lo vivido hasta hoy o bien regresar a lo que hemos abandonado: una vida sencilla, hogareña, en trabajo casi artesanal, al ritmo de la naturaleza.

Parece ser que la velocidad, el atropello, la acumulación de bienes en pocas manos, el poder de gritos, armas y orgullos de grupos que emergen una época y decaen después, que el ideal de vivir cada uno “a mi manera”, de buscar mi propia felicidad ignorando a los otros, de producir a diario un desfile de desempleados, descontentos, y marginados, todo ello solo ha logrado dar como resultado un relativismo dudoso, una inseguridad hacia los demás, un odio creciente entre edades, pueblos e ideologías.

Este semestre será como “un largo retiro espiritual” o como un “secuestro” odioso para otros que nos obligará a replantear objetivos, sentido de la existencia, valor de la familia, del amor, el afecto, la solidaridad, la alegría, la educación en valores perdidos.

Necesitamos un alto reflexivo, un discernimiento personal, colectivo e institucional, una paciencia que es humilde al reconocer que algo ha fallado, que nos hemos salido de los cauces de lo verdadero como un río se sale de madre, se extiende caprichosamente hasta secarse.

En mensaje de un pasaje bíblico hay que “llenar el odre nuevo”, lo cual requiere “vino nuevo”, es decir volver a la frescura de saber que nos ha tocado construir modos nuevos de vivir en familia, en comunidad y a nivel personal.

El papa Francisco en sus cartas ha abierto caminos: una sobre el amor en familia como aire respirable (la alegría del amor), otra sobre la creación y la naturaleza (Laudato si), otra sobre la urgencia de tener en cuenta el mensaje de Dios (el gozo de evangelizar), otra sobre el valor de la juventud y otra sobre la necesidad de pensar en ser santos. Entremos con valentía.

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