Magdalena

Ad portas de una quinta derrota consecutiva histórica

Por Álvaro Cotes Córdoba

Ni con hechos quieren aprender los políticos de antes que, a pesar de la seguidilla de derrotas políticas que han tenido en los últimos 12 años, insisten en confiar en las cábalas basadas en la forma como aprendieron a conseguir los votos.

Siempre, por diversas regiones del país y más en la Costa Norte de Colombia, se ha visto la mala práctica de amarrar los votos con dinero, puestos y contratos. Es la única manera que hasta el 2011 se había impuesto, por ejemplo, en el Magdalena. No obstante, ese año, un fenómeno político nuevo, llamado Carlos Caicedo, sin dinero ni maquinaria política, irrumpió y le demostró a todo el mundo que se podía alcanzar una mayoría de votos sin la utilización de esa mala práctica, convenciendo a la gente con propuestas creíbles y mostrándole lo que había hecho en la Universidad del Magdalena, en donde había estado como rector por tres períodos consecutivos.

Obtuvo una contundente victoria y consiguió, por primera vez en la historia política del Magdalena, que un aspirante ajeno a los clanes y familias tradicionales, que siempre se habían turnado la Alcaldía, llegara a administrar la ciudad. Sin embargo, los políticos de antes pensaron que había sido el resultado de una suerte de principiante y siguieron confiando en la experiencia de lograr votos amarrados para unas próximas elecciones.

Pero volvió Caicedo y les demostró que, en Santa Marta, los samarios ya habían abierto los ojos y no volverían a dejarse convencer como lo hicieron antes, cuando por unas hayacas, ron y 20 o 50 mil pesos, les regalaban el voto. Caicedo no solo convenció a los samarios para que lo eligieran, sino que también hizo lo mágico: Concientizó a la gente, para que no volvieran a vender su consciencia.

Y por ello, desde entonces, su movimiento político se ha mantenido en la Alcaldía, porque los samarios siguen confiando en él y en su modo de gobernar y por ello le han elegido a otros dos militantes, como fueron Rafael Martínez y Virna Johnson, quienes tampoco provienen de familias tradicionales o clanes políticos.

Pese a todos esos adversos resultados, de derrotas consecutivas, los políticos acostumbrados a la práctica de los votos amarrados, volvieron a creer que lo derrotarían y lo retaron a la Gobernación, en donde pensaban aplastarlo con la “máquinaria” que desde ahí habían creado durante dos gobiernos consecutivos.

Y el propio Caicedo se lanzó, esa otra vez, a demostrarle que sin maquinaria y solo con su palabra, convencería a todo el Magdalena. Y lo volvió a hacer, pues el resultado fue la contundente victoria y el fin político de una familia que se había mantenido en la Gobernación por ocho años consecutivos y buscaba otros cuatro años.

Ahora estamos ad portas de una quinta demostración más que podría batir todos los récord y tumbar de nuevo las viejas cábalas con las que siempre suelen analizar los políticos de antes, los resultados de unas próximas elecciones, por cuanto confían en los votos amarrados y no en la opinión limpia de la gente. Siempre caen en el error de subestimar a la gente y todavía no creen que el pueblo del Magdalena ya también se concientizó.

Si con el quinto garrotazo que se avecina, tampoco aprenden, entonces habrá que decir que: Loros viejos no aprenden a hablar.

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