Por: Jorge Soto Daza
La suerte estaba echada desde hace muchos años. Lo ocurrido hoy en Tasajera venía hilandose pero bien fino. ” No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”.
Inveterada, la costumbre de quienes viven cerca al peaje del kilómetro 50, de ‘hacerle los primeros auxilios’ a muertos y heridos. Después ayudan…
No es la primera vez que esto ocurre, más bien es que ocurre con demasiada frecuencia.
Lo grave es que hoy era gasolina lo que llevaba el vehículo accidentado.
El otro lado de esta historia, nos muestra una población con demasiadas necesidades. No hay empleo, agua potable ni vida digna. Aunque lo anterior no justifique el robo a quienes sufren accidentes de tránsito.
Las clínicas samarias no cuentan con los suficientes pabellónes para quemados, razón por la que fue necesaria la ayuda de la ciudad de Valledupar.
En general, los pabellones para quemados son una necesidad de primer grado, en todos los municipios del Magdalena.