Magdalena

Ciénaga: Pandemia e Ideología del Miedo

Por Carlos Payares González

En cierta ocasión el escritor Nemeitz publicó en 1718 un libro sobre lo que para él era París en ese momento. Les decía a aquellos forasteros que llegaban a la ciudad luz que “No le aconsejo a nadie que ande por la ciudad en medio de la negra noche. Porque, aunque la ronda o la guardia de a caballo patrulle por todo París para impedir los desórdenes, hay muchas cosas que no se ven […] El Sena, que cruza la ciudad, debe arrastrar multitud de cuerpos muertos, que arroja a la orilla en su curso inferior. Por tanto, vale más no detenerse demasiado tiempo en ninguna parte y retirarse a la casa a buena hora”. Lo cierto es que nuestros miedos o temores han existido siempre como una carga histórica y, a la vez, han sido siempre un arma política o ideológica (paternal) de primer orden.

Las últimas intervenciones oficiales del burgomaestre de Ciénaga/Magdalena, donde habla sobre la pandemia del Covid19, hicieron que me acordara de la cita de Nemeitz. En cosa de cortos días ha dicho el burgomaestre que la pandemia del Covid19 producirá a nivel mundial más muertes que los ocurridos en la Segunda Guerra Mundial, es decir, estamos hablando de una cifra aterradora: entre 60 y 100 millones de muertes. Dijo, además, el alcalde de “la tierra de la sal de espuma” (mi matria) que: Los muertos van a venir por montones y no queremos que sean cienagueros […], a la vez que se quejaba, una vez más, de la falta de colaboración y de acatamiento de algunos de los pobladores ante las necesarias medidas prescritas por las diferentes autoridades para Colombia.

Se le abona al burgomaestre que en sus últimas intervenciones manifiesta una cara de total preocupación y, a la vez, un manifiesto temor de impotencia por lo que le pueda ocurrir a buena parte de los cienagueros ante la pandemia que, al parecer, no se deja tomar de las riendas porque cuando un “enemigo” es invisible al ojo humano se convierte en un temor tangible, lo que hace difícil el derrotarlo o combatirlo. Lo que no se ve bien y se le cuestiona no es su preocupación, la que es lógica cuando se derivada de la alta responsabilidad del cargo que ostenta, sino por tratar de educar a la población por medio del miedo, que es una emoción básica que paraliza y solo en escasas veces llama a la acción.

El miedo es también una construcción socio cultural con propósitos intencionados. Es decir al sujeto atemorizado se le puede fabricar a su antojo el “antídoto salvador”. Y esto es lo que parece haber ocurrido en la última intervención del señor alcalde, en donde anunció la promulgación del Decreto municipal 144, el mismo que ordena la prohibición de consumo de alcohol y promulga el toque de queda en todo el municipio. Algo así como si no me hicieron caso que se los lleve Mandinga.

¿Qué fue lo que dijo Tete en su última intervención pública?: Dijo, esta vez, con el acompañamiento de los secretarios de Gobierno y de Salud y con la presencia del Comandante de la Policía de Ciénaga, que “[…] de forma alarmada se nos dispararon los casos en Ciénaga […] tenemos 37 casos (hoy 2 de mayo: 43 casos) […] nosotros folclóricamente no le hemos puesto atención […] vamos a concretar con las funerarias para que traigan ataúdes para ciénaga: muchos ataúdes […] vamos a concretar (compra) un lote para las fosas comunes y enterrar nuestros muertos […] parece que en Ciénaga esto fuera un mito que esto no nos va a llegar porque comemos guineo con “pescao”¿No se han dado cuenta de lo que está pasando? También vamos a conseguir unos hornos de ladrillos para poder cremar a las personas que mueran en las calles […] Ya el mal está hecho […] me siento compugido (sic) y decepcionado. Yo les dije muchas veces quedémonos en las casas […] los médicos de Ciénaga están renunciando al ver que la gente aquí no se cuida […] y si no tenemos médicos quien nos va atender […] Mucha gente está contagiada […] Nos podemos contagiar todos en cualquier momento […] que Dios meta su mano […] Podemos disminuir el contagio si tomamos conciencia […] una persona puede contagiar hasta mil personas […] a la gente no le importa, se burlan de los decretos y de la Fuerza Pública ¿Qué quieren que hagamos? Nadien(sic) nos queremos morir. Podemos evitar una catástrofe si nos quedamos en la casa […]”

Como vemos lo dicho por el burgomaestre es todo un panorama sombrío, en donde quien encabeza la cruzada de protección pareciera declararse vencido cuando la “batalla” apenas empieza, porque quienes como ciudadanos deben procurar la autoprotección no le paran bolas a las medidas tomadas y, de remate, dice el burgomaestre que los médicos (los héroes de la pandemia en el mundo) de Ciénaga están renunciando. Ciénaga es la tercera cuidad de la Costa Caribe con mayor probabilidad de contagio por millón de personas. Encabezan la lista Santa Marta y Cartagena. Grave el asunto.

Naomi Klein nos recuerda en “La Doctrina del Shock” que, para los pensadores neoliberales, toda crisis (real o ficticia) es una oportunidad para aplicar sus políticas de ajuste. Paralizada la gente por sus temores terminan reconociendo como bueno lo que en otras circunstancias en manos del gobernante nos resultaría inaceptable. Cuando nos atemorizan nos convertimos en individualistas, mucho más manipulables porque dividiendo es más fácil convencer. Y si la única manera de “salvarse” del Covid19 es el aislamiento la cosa parece funcionar mejor.

Al igual que el texto de la cita inicial que proponía a los ciudadanos no salir de casa en París, los gobernantes actuales aconsejan lo mismo. Y esperan una respuesta dócil como si en el pasado hubiesen hecho algo importante por construir ciudadanía. Cuando en realidad lo que han construido es una anomia que deslegitima al Estado, que no le reconoce su mandato social, porque ha sido inexistente en muchas regiones y muchas periferias en lo urbano. La ansiada autoseguridad de hoy pasa por el tamiz de “sálvese quien pueda”, olvidando que mucha gente por su pobreza y marginalidad siempre ha estado excluida y, apenas ahora, con la grave pandemia del Covid19, se les está enseñando por ejemplo el cómo y el valor sanitario que tiene lavarse las manos.

Eduardo Galeano escribió en una ocasión que “Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida… Miedo a la puerta sin cerradura, al tiempo sin relojes, al niño sin televisión, miedo a la noche sin pastillas para dormir y miedo al día sin pastillas para despertar, miedo a la multitud, miedo a la soledad, miedo a lo que fue y a lo que puede ser, miedo a morir, miedo a vivir”. Hoy es el tiempo del miedo globalizado. Y ahora vivimos el miedo al Covid19.

No está bien que el burgomaestre de Ciénaga nos meta miedo con tantas funerarias, con tantos ataúdes, con fosas comunes y con los improvisados hornos crematorios (¿si van a cremar cadáveres para qué entonces tantos ataúdes?). Lo que hay que seguir haciendo es más información, más pedagogía, más comprensión de la pandemia, y empezar a construir las dimensiones mínimas de una cultura ciudadana: más derechos, más deberes y más responsabilidades. La estrategia de la esperanza es mucho más adaptativa y constructiva. En realidad la consigna en Ciénaga debería ser en muchos sectores vulnerables por la pobreza y la marginalidad la de “aún sin trabajo, sin futuro, sin casa, sin comida, pero sin miedo” nos movilizaremos contra el contagio de la pandemia.

Y la razón parece ser sencilla: El miedo cuando se anida en el cerebro nos quebranta la resistencia y la capacidad de luchar, nos genera pánico y nos paraliza en la capacidad de soñar y de actuar. Todos los esfuerzos por liberar al hombre han sido en realidad impulsos por liberarlo del miedo, para crear las condiciones en que no sintiera la dependencia de un salvador como una verdadera amenaza.

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