Magdalena

“Celebración de la Pascua en casa”: padre Víctor Vargas

El sacerdote dejó claro que a pesar de las restricciones si habrá Semana Santa, porque los cristianos no podemos dejar de hacer memoria de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros

Ante la situación que se vive en el mundo por la pandemia del coronavirus, y a la que no escapa la Iglesia Católica, el periódico digital Cambio 24 inicia una serie de trabajos con los distintos párrocos de diferentes iglesias de la ciudad, comenzando con el padre Víctor Vargas de la Parroquia Santo Cristo, Señor de Los Milagros.

“A pocos días del inicio de la Semana Santa y en medio de la situación real y dramática que estamos viviendo por la pandemia del coronavirus, Covid-19, nos veremos obligados a celebrar estos días Santos de una manera muy distinta a otros años: no habrá procesiones en las calles, las celebraciones litúrgicas se realizarán sin presencia de los fieles y, sin embargo, si habrá Semana Santa, porque los cristianos no podemos dejar de hacer memoria de Jesucristo, muerto y resucitado por nosotros.
Ante la imposibilidad de participar en la liturgia y las procesiones se hace necesario vivir la Semana Santa como una oportunidad nueva: vivirla desde lo profundo del corazón, avivando nuestra fe y haciéndola en familia, como Iglesia doméstica, a ejemplo de las primeras comunidades cristianas.

En los comienzos de la Iglesia, los cristianos se reunían en las casas particulares para celebrar el acontecimiento salvador de Jesucristo. Hechos 20,7-11 refleja la realidad de las reuniones de los creyentes en Cristo a finales del siglo I, y se puede deducir de ello que estas se celebraban de manera regular (el primer día de la semana) y estaban asociadas a una comida comunitaria. La reunión que se describe en el texto citado de Hechos tiene lugar en una estancia situada en el piso superior de una casa. El “partir el pan” parece ser el fin primordial de dicha reunión.
A partir del siglo II, algunos cristianos regalan sus casas, cuyo uso estará reservado al culto. Solo hasta mediados del siglo III se construyen verdaderas iglesias. El más antiguo edificio cristiano conocido es la casa-iglesia de Dura Europos, en el Éufrates (hacia el 250). Los edificios religiosos cristianos son ya numerosos en tiempos de Diocleciano, que ordena su demolición al comienzo de la persecución.
Como podemos ver, los primeros cristianos, reunidos en algunas casas celebraban cada domingo la resurrección del Señor. Es el primer día de la semana, cuando Cristo renueva la creación, obra del primer día. Pero también es el “día octavo”, culminación del tiempo y anuncio del retorno de Cristo.

Pero hay un día más solemne para celebrar la resurrección: el día de Pascua. Es posible que la fiesta de Pascua solo se celebrara al principio por los cristianos de oriente, contentándose los de occidente con el domingo. En todo caso, a finales del siglo II, todos los cristianos celebraban la Pascua, pero estaban divididos en cuanto a la fecha precisa. En algunas provincias de oriente, los cristianos conservaron el día de la Pascua Judía. En todos los demás lugares se eligió el domingo siguiente a la fiesta judía. Después de algunas controversias en las que Ireneo, Obispo de Lyon, trató de calmar los ánimos (hacia el 190), prevaleció el segundo punto de vista.

Bajo este telón de fondo, podemos observar que la primitiva comunidad cristiana, o los primeros creyentes, se reunían en algunas casas para escuchar las enseñanzas de los Apóstoles, vivir en comunión, compartir la fracción del pan, la oración y los bienes (cf. Hch 2,42-45).

Por ello, y con el objetivo de acercarnos al Señor estando confinados, los invito a revivir la experiencia de los primeros cristianos de la siguiente manera:

Unirse a las celebraciones del Papa: la enorme oportunidad que ofrecen las nuevas tecnologías de vivir una Semana Santa unidos al sucesor de Pedro, especialmente en este momento difícil para la humanidad por la pandemia que nos flagela.

Establecer unas relaciones interpersonales más profundas con los miembros de nuestra familia, también por medio de la comunión de bienes espirituales y materiales.
Dialogar con Dios en la oración personal y en familia.

Potenciar la lectura y estudio de la Palabra de Dios: es alimento espiritual.

Fomentar la devoción: haciendo en sus casas un pequeño “altar” con el crucifijo o una reproducción de la imagen del Señor y de la Santísima Virgen María, una Biblia, donde puedan comenzar y terminar la jornada con una oración sencilla, recordando el misterio que celebramos cada día. En este punto es importante orar por los difuntos, enfermos y familiares afectados por esta enfermedad del coronavirus.

Redescubrir el valor del silencio: busquen momentos de silencio en cualquier rincón de su casa, que los ayude también para la reflexión del misterio Pascual.

Celebrar la resurrección en familia: se trata de la victoria que sostiene nuestra esperanza; San Pablo dirá: “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también nuestra fe” (1 Cor 15,14). No olviden que es el día central del año cristiano y debe resonar en nosotros, en nuestros hogares, la alegría del aleluya. Les propongo un gesto sencillo, pero significativo: saquen los mejores manteles y decoren la mesa, tal vez con algún adorno que algún miembro de la familia puede hacer, bendigan la comida, aún modesta, con especial solemnidad.

Ojalá que también en los tiempos del coronavirus la fe de los cristianos de la diócesis de Santa Marta en Cristo Muerto y Resucitado resplandezca por la belleza de nuestra confianza en el Señor de la Vida”.

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