Magdalena

En tiempos difíciles se conoce a la gente y a los buenos líderes

Por Álvaro Cotes

Otra clase de coronavirus parece que llegó también a algunos medios de comunicación de Santa Marta.

Sin embargo, no se trata de un ácaro contagioso, sino más bien inducido por los propios dueños de esos medios, para solventar la crisis que le dejó la última elección de gobernantes, agravada ahora por la pandemia del coronavirus.

Nos informan que varios programas en la empresa radial Radiomagdalena, por ejemplo, ya fueron cerrados por el dueño. Incluso, espacios que llevaban 17 años de difusión ininterrumpida, como el programa del veterano periodista Gustavo Robles.

“A mi, inicialmente, me lo cerró por cuatro días a la semana, razón por la cual preferí no hacerlo más”, me dijo confidencialmente el veterano periodista Gustavo Robles.

Otro de los comunicadores afectados es Henry Gee, quien además de coordinar un espacio radial en esa emisora, ejercía la labor salarial de locutor control.

Sin embargo, me dicen que el verdadero motivo por el cual Robles renunció a seguir con su tradicional programa, fue por la “propuesta inclemente” que Cipriano le hizo: Además de continuar con su programa por tres días a la semana, debía pagarle el sueldo al locutor control, el cual es Henry Gee, es decir, Henry Gee quedaba cesante de la responsabilidad salarial de la emisora, para depender del programa de Gustavo.

Una propuesta que si la acogía Gustavo era hasta insostenible por estos tiempo del coronavirus, cuando la publicidad, que es el sustento de los espacios radiales, como todos los demás negocios comerciales formales e informales por estos días difíciles, es casi nula y no dan para sostener ni siquiera un espacio de un minuto.

Sin duda, el pánico en algunos medios de comunicación de Santa Marta era previsible, se veía venir, pero no se sabía cuándo iba a estallar, no obstante, la pandemia por el coronavirus parece que ya comenzó a hacerlo más evidente, dadas las decisiones determinantes de sus propietarios.

Una situación calamitosa, además de incierta, que este maldito virus ha adelantado para nuestros amigos colegas por estos tiempos muy difíciles y en los que, paradójicamente, se resalta el verdadero valor de la gente. Pero siempre hay una luz al final del túnel y no todo nunca se debe dar por perdido, por lo que desde aquí les grito a mis colegas que no desfallezcan y que en este mundo hay mucho más gente solidaria, benévolas y un líder nato que perdona a los necesitados.

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