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Lo que el turismo nos dejó y Essmar o las EPM de Medellín aún no lo saben

Por Álvaro Cotes Córdoba

No hay que ser adivino para vislumbrar el oscuro panorama ambiental que se cierne sobre la población de Minca, llamada pomposamente “La capital ecológica de la Sierra Nevada de Santa Marta”.

Una de estas amenazas tiene que ver con la descarga de aguas residuales en la cuenca del río Gaira, que a su paso por Minca se llama rio Minca y el cual es la principal fuente abastecedora del acueducto El Roble, que surte de agua potable a todo el sector turístico de El Rodadero, Gaira y la zona sur de Santa Marta.

Minca no tiene servicio de alcantarillado, por lo que la comunidad y los establecimientos comerciales, al no contar con una solución técnica, han construido una especie de emisario para conducir las aguas servidas, grises y en algunos casos, negras, hacia el río Gaira. Este “emisario artesanal” se compone de diferentes registros, trampas de grasas, tubería PVC, entre otros accesorios sanitarios.

Lo que hasta menos de una década era un problema “llevadero”, se ha convertido en una verdadera amenaza para la salud de propios y visitantes. Las aguas servidas (grises y negras), corren libres por la calle principal y hacen parte del paisaje cotidiano de la población.

Por supuesto que la Essmar, a cargo ahora de las EPM de Medellín, no lo sabe o ignora, quizás para no complicarse más en su impuesta tarea de administrar el acueducto y alcantarillado de Santa Marta, un potro salvaje que no ha sido posible adiestrar ni siquiera por compañías españolas.

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