Colombia

El dolor de cabeza de Uribe: el periodismo independiente

La tarea de conciencia crítica es la que se supone hoy debe cumplir el periodismo, vigilante de la buena marcha del país tanto para apoyar las buenas obras de gobernantes o de particulares, como para señalar (destapar, denunciar, acusar, investigar) a los corruptos y poner el dedo en la llaga cuando se haga necesario.

Hubo un tiempo no lejano cuando el periodismo en Colombia cumplía con sobradas creces esa misión, que se resume en encontrar la verdad, en impedir que los malos del paseo se salgan con la suya. Fue en tal dirección que una investigación periodística de la extinta revista Cambio impidió que Andrés Felipe Arias lograra el cometido que sí pudo coronar el inexperto y maleable Iván Duque: llegar a la presidencia de la mano de su astuto tutor, Álvaro Uribe Vélez.

Fueron a su vez sesudos informes de Noticias Uno y sustentadas columnas de Daniel Coronell en seguimiento del proceso que el mismo Uribe le montó al senador Iván Cepeda, los que contribuyeron a que la Corte Suprema le volteara al expresidente el papel de acusador a acusado, al punto de haberse librado la orden de detención que obligó al reo, ya en prisión hacendataria, a renunciar a su curul de senador para caer en los brazos protectores de un Fiscal General nombrado a pedir de boca del imputado.

En días recientes tuvo resonancia un caso similar, el del hoy también sub judice Eduardo Pulgar, quien imitando la “jugadita” de Uribe renunció al Senado para buscar la cálida protección de una Fiscalía a todas luces uribista, después de que su abogado hubiera conseguido que el proceso disciplinario que le abrió la procuraduría de Fernando Carrillo llegara a manos de su amiga la nueva procuradora, Margarita Cabello Blanco.

En esta ocasión a Pulgar el tiro le salió por el meñique, porque la Corte Suprema, contrariando jurisprudencia anterior, se quedó con el caso en lugar de remitirlo a la Fiscalía.

Este es el caso más reciente en que el periodismo independiente se ha anotado un éxito. Las pruebas que deja el audio revelado por Coronell (el de las “doscientas barras”) no dejan duda sobre la culpabilidad de tan cuestionado sujeto, y la Corte no hizo sino impedir que la justicia fuera burlada de nuevo si el caso hubiera pasado a la Fiscalía.

*Texto extraído de la columna de El Espectador, escrita por Jorge Gómez Pinilla*

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