Colombia

Trazos Sobre El Gran Guillermo Buitrago A Propósito de sus 100 Años de Nacido

Por Carlos Payares González

En diciembre de 1998 publiqué en El Informador (Santa Marta) un extenso escrito sobre la portentosa obra musical del cantautor cienaguero Guillermo Buitrago. Hoy retomo algunos apartes de dicho material como merecida conmemoración de sus 100 años de haber nacido. Buitrago nació en Ciénaga-Magdalena el 1 de abril de 1920. Sus progenitores fueron Roberto Buitrago Muñoz y Teresa Mercedes Henríquez de la Hoz. Su padre era oriundo de Marinilla-Antioquia, un poblado ubicado en el gélido oriente antioqueño reconocido por la fabricación de toda clase de guitarras de buena calidad. Roberto falleció en 1937, siendo pensionado de los Ferrocarriles Nacionales. Su madre, que era natural de Ciénaga, dejó de existir en la misma ciudad en el año de 1941. La familia estaba además compuesta por cuatro hermanos cuyos nombres eran Lola, Socorro, Helda y Gregorio. Se comenta que Helda fue también una excelente cantante, siendo la única de sus hermanos que se inclinó por la actividad musical.

Guillermo de Jesús contrajo matrimonio con la señora Lilia Gallardo Polo, el 1 de julio de 1946, en la Parroquia San Juan Bautista de Ciénaga. Tuvo un solo hijo quien precisamente lleva el mismo nombre. Quienes lo conocieron lo evocan como un hombre de contextura delgada, tez pálida, cabello mono, con una línea que le partía el peinado por el lado izquierdo de la cabeza, con una protuberante “manzana de Adán”, la que descollaba por encima del nudo de corbata o del corbatín, aditamentos que frecuentemente utilizaba en sus presentaciones artísticas. Tenía, además, grandes orejas y ojos “zarcos” como se denominan especialmente en la Región Antioqueña.

Inició sus presentaciones musicales a partir de los 17 años de edad (en el mismo año que había fallecido su padre). La primera emisora que lo acogió fue La Voz de Ciénaga. En dicha estación radial —con un hijo del propietario— conformó un dúo de guitarras. De igual manera, se presentaba en Radio Magdalena de la ciudad de Santa Marta. Para el año de 1946 se da a conocer en la ciudad de Barranquilla, a través de Emisoras Unidas, principalmente, y luego, en La Emisora Atlántico. En aquel momento era un cantautor que estaba consagrado en toda la Región Caribe colombiana. Precisamente, en la “ciudad arenosa” —como se le conoce a Barranquilla— fue conocido por “Toño” Fuentes, propietario de Discos Fuentes, quien lo hizo su artista exclusivo. En su primer acetato gravó dos canciones que lo darían a conocer tanto en Colombia como allende de nuestras fronteras: “El Compae Heliodoro” y “Las Mujeres A Mi No Me Quieren”, composiciones ambas de su propia autoría.

Cuando Guillermo Buitrago entonaba sus cantos sobraban palabras de elogio y reconocimiento. Su voz gangosa aglutinaba la atención de inmediato en los auditorios, era algo tan impactante que rememoraba a los viejos soneros como los del Sexteto Habanero, del Sexteto Nacional y del dúo Los Compadres Era un artista-juglar excepcional. La gente se emocionaba ante el rasgar sonoro de las cuerdas de su “linda nena” como llamaba a su guitarra preferida. Ponía a la gente a cantar y bailar como por encanto. Sus canciones llegaban a las entrañas de las clases más populares dada la identidad funcional en lo social y lo cultural de sus letras. Buitrago componía y cantaba para el pueblo. Él era una expresión de ese pueblo Caribe. Su pueblo, el que nunca abandonó y que, después, lo ha mantenido en su memoria colectiva de manera eterna. No sólo interpretaba la música de una manera “sabrosa”, como se suele decirse en el Caribe colombiano, sino que, además, sus letras contenían referencias ciertas, de hechos ocurridos en la sociedad y la región que lo cobijaba en su propia existencia.

Gravó infinidad de canciones. Algunas de otros músicos que lograron saborear también la fama. Entre estas últimas “Grito Vagabundo” que se ajustaba a las graves circunstancias políticas que vivía la Nación colombiana, un grito que se transmutaba en el vedado ¡Viva el Partido Liberal! Un grito que era complementado con los de ¡Abajo Conservadores! ¡Abajo Chulavitas!, durante la cruel y violenta ‘hegemonía conservadora’en Colombia. Gritos que sabemos que costaron dolor, llanto y desarraigo a más de una familia colombiana. Con el mismo escenario político grabó canciones como “La Loca Rebeca” y “El Toque de Queda”. La primera dice: La loca Rebeca / No la tienen presa… / Tira piedra y palo, tira piedra y palo / Ella es comunista / Los capitalistas / Para ella son malos. En cuanto a la segunda canción dice: El pueblo está alborotado / Y alerta están en la espera / Cuando suena inesperado / El toquecito de queda / Un cojo a mí me contaba / Compadre esto se respeta / Cuando más la necesitaba / Se me partió la muleta / Las novias están calientes / Con ese gran toquecito / Los lalos mondan los dientes / Pues no encuentran trabajitos.

Buitrago siempre fue el gran amigo. Fue un compadre siempre leal. Mencionamos para la memoria a aquellos hombres que lo acompañaron en su gesta musical: Julio Bovea (segunda guitarra), Juan de la Cruz (guacharaca), José Rodríguez (guacharaca), Efraín Torres (guitarra), Carlos Rubio (guacharaca) y Ángel Fontanilla (guitarra) Además, sintió una gran estima por amigos como Heliodoro Eguis (“El Compae Heliodoro“), Antonio Miranda (“Toño Miranda en el Valle “), Darío Torregroza, Benito Galán, Enrique Barcelay, Andrés Paz Barros (el autor de “La Cumbia Cienaguera”) y otros más.

Buitrago disfrutaba el mantenerse con sus mejores amigos, especialmente, con el “gordo” Heliodoro Eguis. Era un afamado panadero de profesión. También un empedernido comedor de “arropillas” y adicto bebedor de la avena “de carrito”. A Heliodoro le tocó esconderse en el monte después del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, por haber ayudado a echarle candela al edificio de la Administración Municipal de Ciénaga. Además, de haberle metido un par de tiros a un turbulento miembro de la Policía en 1952, posterior a un altercado en una cantina conocida premonitoriamente con el nombre de “La Pesadilla”. Heliodoro celebraba unas interminables parrandas en las que “Buitrago y sus Muchachos” entonaban —al fragor de cervezas y del férvido “Ron de Vinola”— sus interminables composiciones. El famoso ron fue popularizado en una canción de la autoría del “Jilguero de la Sierra”, como se le conocía a Buitrago.

Guillermo Buitrago fue quien inicialmente popularizó canciones de importantes compositores como Rafael Escalona, Abel Antonio Villa, Tobías Enrique Pumarejo, Emiliano Zuleta Baquero y otros. A Escalona le interpretó canciones como “La Fiera de Pabajeau”, “El Ermitaño”, “La Despedida”, “El Testamento”, “El Compae Migue”, “El Bachiller”, “La Peste” y “Regalito de Navidad”. Tuvo el cantautor cienaguero la oportunidad de conocer la música del estudiante Escalona a través de Alberto Fernández, notable compositor y cantante del grupo “Bovea y sus Vallenatos”. A Abel Antonio Villa le grabó “Cinco Noches de Velorio”. A don Tobías Pumarejo, le inmortalizó canciones como “La Víspera de Año Nuevo”, “Muchacha Patillalera” y “La Cita”. A Emiliano Zuleta le registró la canción “Que Criterio”, llamada ulteriormente como “La Gota Fría” y “Compay Chaney”, conocida también con el nombre de “El Zorro”

Precisamente, a Escalona le grabó “La Peste” una canción que para estos días de aciago con la pandemia del Covid19 nos cae como anillo al dedo. Una de sus estrofas dice: Lloran los pobres / lloran los ricos / Lloran las madres / por sus niñitos / La peste está acabando con toda la gente en la provincia… También grabó canciones de ilustres compositores distintos a los de las sabanas del Valle de Upar: “Dame tú Mujer José” era de Andrés Paz Barros (portentoso compositor cienaguero, autor originario de la “Cumbia Cienaguera” con el nombre de “La Cama Berrochona”), “El Caimán” y “La Piña Madura” de Eulalio Meléndez, y “La Araña Pelúa” de Gustavo Rada.

Fue sin duda su arte calidoso el que le concedió el premio esquivo para muchos: el de la memoria eterna y colectiva. Porque cuando un juglar conoce e interpreta a su pueblo, jamás se olvida. Él ha logrado vivir eternamente en el imaginario de su pueblo. De todos los pueblos.

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