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LA TOXINA INTRANSIGENTE DE DUQUE

Desde hace varios años, millones de colombianos menesterosos se trasladaron a Venezuela, unos atraídos por la bonanza petrolera y el alto valor del Bolivar, en relación con la moneda nacional de colombia, pero también, por qué la degradación del conflicto armado interno, expulsó violentamente a la población empobrecida de las zonas rurales, y la gente adoptó como refugio para garantizar su vida, irse para el país con el mayor número de kilómetros de frontera compartida: Venezuela.

Ahora las condiciones en cada una de los naciones, son diferentes, en primer lugar, el vecino opulento y consumidor, ha dado paso, a un país que está enfrentando una dura batalla contra el bloqueo económico, su tejido productivo ha sido destruido, especialmente su infraestructura petrolera; los ingresos percapita totalmente precarizados; la agricultura, el sector donde laboraba la gran mayoría de los connacionales paralizada.

Los dos países, están alejados por los dos tipos de gobiernos que tienen, el colombiano, es un modelo totalmente de derecha, asociado con los sectores políticos venezolanos que han abandono su tierra, incapaces de crear una alternativa frente al gobierno de Maduro, con los agentes políticos de la extrema derecha de EUA y española, pero, en especial, con el guetto delincuencial de Miami; el gobierno venezolano enfrentando una de las mayores crisis, un presidente paralelo, una oposición destructiva y una ola migratoria en plena pandemia global.

La frontera de los dos mil kilómetros convertida en escenario de confrontación bélica, el gobierno colombiano ha tolerado cuando no auspiciado el derocamiento del Presidente venezolano, permitiendo que en nuestras fronteras se muevan pandillas de mercenarios reclutados en distintas partes del mundo, pero especialmente, en Estados Unidos, de donde proviene la mayor fuente de recursos de la llamada oposición caraqueña.

El gobierno de Colombia desconociendo todos los protocolos y convenios internacionales, ha adoptado la postura de meter las manos en el país vecino, configurando un claro intervencionismo en la política interna de Venezuela, un país soberano.

Los diversos países de la región están recibiendo contingentes de miles de migrantes; la mayoría pasa por tierras colombianas, muchos se quedan en las ciudades y regiones de nuestro país, especialmente ahora que el gobierno del sub- presidente Duque, tomó la decisión de legalizar a toda la población venezolana migrante; sin tener ningún plan espacial para garantizar sus mínimos derechos, la burocracia internacional de Naciones Unidas y la OEA, aplaudieron la determinación del gobierno colombiano de darle darles estatus legal.

Contrasta esta postura de contención en territorio nacional con la adoptada para con los mas de 2 millones de compatriotas residentes en Venezuela: abandonados a su suerte, todos los consulados fueron cerrados para que la población empobrecida no pueda tramitar ningún tipo de documentos y solicitudes a las autoridades fronterizas, mucho menos cuentan con un plan de retorno en condiciones de dignidad.

Creo que el presidente Duque debería ser objeto de una denuncia internacional; el es el presidente de todos los colombianos. Pero la llamada comunidad internacional, es una cofradía de intereses oscuros, que le da las espaldas a las comunidades de diferentes países excluidas de sus políticas públicas por los gobiernos nacionales .

Cuando la comunidad colombiana residente en Venezuela, era pujante, enviaba miles de millones de pesos en remesas a sus familiares en distintos sitios del país, era mirada y tratada con algo de respeto; hoy han cambiado-para peor- sus condiciones de existencia y ya no producen solidaridad con sus condiciones de vida.

Debería el congreso de la Repúbica, con la participación de la comunidad académica que tiene facultades o escuela de relaciones internacionales, los voceros de la migración colombiana residente en Venezuela, los representantes de las Naciones Unidas- ACNUR- y de la OEA, los que podrían presionar, para que el gobierno de Colombia abra las puertas de los consulados para organizar el retorno de los connacionales que lo deseen.

Desde la vereda del Ojo de Agua,
marzo 16, del 2021.
AABular.

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