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Las señales que Petro todavía no ve

Por Álvaro Cotes Córdoba

“También hubiésemos podido evitar esta catástrofe si Alberto Fernández no hubiera jugado solo, aislado de sus aliados, y sin haber honrado su compromiso electoral con los últimos. El daño fue enorme”.

Este último párrafo lo escogí de la columna de la periodista y escritora argentina, Sandra Russo, escrita la noche misma en que Argentina eligió al “loco” Milei como su Presidente, para referirme a que puede suceder igual en nuestro país por el parecido actuar de nuestro presidente Gustavo Petro, quien está haciendo lo mismo políticamente, “jugando solo” y “aislado de sus aliados, y sin haber honrado su compromiso electoral con los últimos”.

Y es que Petro ha sido más permisivo con la oposición que con sus aliados. Y en un solo ejemplo de su actuar político nos demuestra que está tendiendo el similar terreno del presidente argentino. Nos referimos a su desidia con el único aliado que sigue en pie, debatiéndose solo contra la oligarquía, retrógrada y despiadada derecha colombiana, que no le tiene ni consideración a su familia, como ya se lo demostró en el estadio Metropolitano de Barranquilla, el día que Colombia jugó con Brasil y le ganó 2 a 1 e hicieron salir de allí a su pequeña hija de 15 años y a su esposa.

Y, sin embargo, muestra su “me importa un pito” lo que suceda con los aliados y continúa con su “ensimismamiento” por la paz mundial y su ayuda, en algo, al sufrido pueblo palestino. Si no se pellizca y retoma lo que debería hacer, aquel enorme y formidable transatlántico que construyó para albergar a más de once millones de colombianos y emprender una era de cambios en Colombia, encallará y se hundirá con el primer arrecife que se tropiece.

Las elecciones regionales ya le enviaron un primer aviso y ahora el caso del presidente argentino, Alberto Fernández, le acaba de enviar otro. Si aún no ve esas señales, entonces el proyecto político de los gobiernos progresistas en el país, sólo será una ave de paso o historia y se recordará como la oportunidad que los colombianos tuvieron para al menos deshacerse por un largo periodo de la dirigencia que siempre la había gobernado, pero que por una egolatría, un yoismo o un cambio en solitario, se perdió para siempre.

Todavía tiene tiempo de enrutar el curso del enorme barco, empezando por uno de los que aún sigue vivo y ha sido un importante y gran aliado, el único gobierno progresista que le sigue dando sopa y seco a la oligarquía y derecha, enclavado hace 12 años en Santa Marta y cuya máxima figura, Carlos Caicedo, le ha enviado la señal de S.O.S, hasta por X (la antigua Twitter), pero que no ha visto por la brillante luz que emana el poder y no deja ver hacia abajo, a los que llegan a él. Las señales que Petro todavía no ve.

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