Columnas de opiniónColumnistas

“Feliz cumpleaños viejo Franklin”

Por Franklin Agustín Cañas Barranco

Quiero compartir que ayer un inquietante sentimiento me empujó a buscar y observar fotos familiares y personales guardadas tratando de recordar los mejores momentos de mi vida.  Según Plutarco, a Pitágoras, cuando le preguntaban sobre qué era el tiempo, respondía que era el alma de este mundo. Ayer sentí que esa alma al ver las imágenes que resumían los 50 años que hoy cumplo, y cuando hice el ejercicio cada una de ellas, me llenó tanto de alegría como de melancolía, pero  espontáneamente me generó un impulso por escribir estas líneas.

Fue muy lindo lo que sentí al recordar mi niñez marcada por una precoz madurez; rodeada de una numerosa y hermosa familia donde me sobró siempre el amor de mis viejos y hermanos; la que estuvo llena de buenos amigos en el barrio los Almendros, en el que crecí hasta convertirme en un jovencito; la de mis andanzas “jugando” a ser comerciante en sanandresito donde mis padres tenían negocios y la sudaban a diario para darnos el sustento y la educación.

En ese momento se abrió un abanico de recuerdos que ventilaron muchas historias, algunas propias de aquel niño tímido pero amoroso y respetuoso. Aquel que le gustaba dormir con sus padres y que quería llegar siempre temprano a la Anexa de varones, mi primer colegio después de pasar por el Montessori.

Salieron también a flote los memorables recuerdos de mi adolescencia en el glorioso Liceo del Caribe con el licenciado Rafael Guerra (QEPD) a la cabeza y con un grupo de pelaos y peladas, que más que compañeros, eran mis hermanos, porque me llenaron de muchas alegrías y enseñanzas para toda a vida. Las mieles del periodismo las empecé a probar en este institución, siendo redactor del periódico escolar El Ariel.

Qué decir de mi época universitaria en la Autónoma del Caribe, sencillamente nutrida de indelebles emociones desde el primer semestre hasta el grado que hoy día me enrojecen. Se estudió y se aprendió, pero también se gozó como se dice.

Y entre más observaba fotos, mayor era la nostalgia al ver que muchos de los rostros que veía ya no están con nosotros: unos se han ido al cielo, a algunos les perdí el rastro, otros están cerca pero a la vez lejos y otros se han marchado a otras latitudes pero aún se mantiene vivo el afecto.

La ley de la vida nos dice que debemos partir algún día, pero no nos dice cuándo ni por qué, aún asi nos enseña como prolongar la llegada de su final y la forma del mismo.  Nos muestra varios caminos: el espinoso sin salida, el corto con más tristeza o más alegría, y el que la mayoría escoge, aquel largo hasta la vejez con bajadas y subidas.

En cualquier caso, quiero darle las gracias Dios por mi existencia, también con el mismo sentimiento elevar al cielo mi agradecimiento a mis padres por todo su cuidado, por lo que me dieron y me negaron, por lo que me enseñaron y sobre todo por todo el amor que me demostraron. Pero también gracias a muchas personas que me ayudaron a crecer mucho como padre, esposo, amigo y hermano.   Y lo mejor de todo, es que puedo decir que he sido muy feliz (El inmensamente feliz no existe) y tengo claro cómo voy a seguir siéndolo.

También prefiero decir que la vida hoy no la veo diferente, más bien aprendí a entenderla, enfrentarla, apreciarla y disfrutarla de manera diferente, porque no solo es lo que te anima, te alegra, te motiva, sino también en aquello que te golpea, enseña o te hace solidario con los demás y te invita a valorar lo que realmente vale la pena.

Y qué decir del tiempo. El tiempo no perdona es un lema cien por ciento cierto, se ha ido rápido, lo he sentido demasiado corto y aunque tengo una gran expectativa de vida, tengo en medio del deseo de materializar otros sueños, un leve temor de que la vida no me alcance para alcanzarlos.

Pero, esas mismas fotos que describen muchos años, esos mismos recuerdos que relatan muchos momentos, ese amor hacia mis seres queridos y esa fuerza espiritual que Dios pone en mí, me dicen que confié en que aún me falta mucho por caminar para llegar a mi destino.

Y a todo ese ejército de emociones positivas, se le suma lo que me dice el corazón, que me ha convencido que puedo jugar un nuevo partido, donde desde el cielo se imparta la regla que me permita  “detener el tiempo” o “hacerlo más lento”, me invita a que lo aproveche al máximo con mis seres queridos y que además de esos instantes incambiables con Iván Andrés, Ivonne Andrea e Ivonne Rocío, antes que cualquier otra cosa, lea poesía, conozca historias, cuente enseñanzas y escriba poemas a la mujer de mi vida.  En pocas palabras me pide que escriba, porque ello simplemente hace parte de mi pasión y mi esencia.

Esta autorreflexión termina diciendo que estoy agradecido con el tiempo vivido y asumiendo que he aprendido de malos momentos vividos y de mis aciertos también por igual,  estoy más que listo para vivir los años que me esperan.  Centrado en lo que me corresponde como esposo, padre e hijo de Dios, aunque el viento sople en contra, mis sueños nada los detendrá, porque estoy curtido para ir donde sea con la cabeza en alto, hablarle a cualquiera mirándole a los ojos,  mantener esa vocación de servicio que me ha caracterizado, pero por encima de todo, para seguir acompañando el crecimiento de mis hijos y no esperar el mañana para decirle y demostrarle a mi esposa cuanto la amo.

Y aunque el tiempo no lo puede retroceder, no sé cuánto más podré seguir caminando por esto llamado vida y mucho menos qué me depara el destino, nada me va a impedir que mientras siga este recorrido, lo haga con amor, gratitud, decencia y valentía.

“Feliz cumpleaños 50 viejo Franklin”

Posdata: También quiero vivir muchos años para disfrutar de mi perro “Agus” (Tiene 2 años) pero también para conocer, enseñarles y jugar con mis futuros nietos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cerrar