ColombiaColumnas de opiniónCulturaOpinión

Colombianos, allá arriba sigue ÉL, observándonos

Todas las evidencias de una especie de dictadura quedaron expuestas ya en el imaginario colectivo del pueblo colombiano.

Se temía desde un principio que al regresar al poder Uribe, volvería la guerra contra la guerrilla en el país, pero no se sabía a ciencia cierta contra qué guerrilla, si ya las Farc, el grupo guerrillero más grande de Colombia, había sido desarmado por Juan Manuel Santos, el Presidente anterior y cuya gestión fue reconocida a nivel internacional con el Premio Nobel de Paz.

Uribe, en los dos años de gobierno por el que él dijo que votaran, tiene no solo a su disposición la Presidencia de la República, también tiene a la Fiscalía, Contraloría, Defensoría del Pueblo y muy pronto a la Procuraduría; además, la Policía también ha demostrado estar cien por ciento comprometida con este gobierno, obedeciéndole ciagamente sin importarle un bledo la gente o el civil al cual enfrentan en una guerra desigual en la que, mientras ellos disparan con armas letales, los civiles les tiran solo piedras.

Es decir, la guerra por la cual se temía regresaría con el retorno de Uribe al poder, es contra civiles que protestan por un abuso de la fuerza pública fuera de todo control, apoyado por el Presidente más no por los alcaldes de las ciudades en donde se han registrados los más violentos enfrentamientos con saldos de muertos y heridos en el lado de la población civil.

Los uribistas, el movimiento político de Uribe, ante tantas protestas en contra del abuso de los policías, volvieron a echarle la culpa a Petro, el candidato de izquierda del partido Colombia Humana. Aseguran que las protestas son avivadas por él a través de las redes sociales y lo han tildado hasta de incendiario.

De la misma manera han bautizado a los protestantes, la inmensa mayoría estudiantes o gente joven, de vándalos, intentando ilegitimizar el derecho a la misma, pese a que la Constitución la permite.

Mientras tanto, Dios y un pueblo expectante, observan desde sus cómodos asientos el desarrollo de los eventos o el uso del libre albedrío concedido por el omnipotente Supremo, a fin de ir anotando quién o quiénes se comportan mal o atentan contra la mejor e inigualable creación de ÉL, la vida, para después pasarles facturas de cobros si es que suben adonde sigue ÉL, observándonos…

Álvaro Cotes “El Bueno”

Etiquetas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Cerrar